El escritor de género negro y ex policía Guillermo Rubio falleció este lunes. Sostenía que su único taller de literatura fue la Dirección Federal de Seguridad y se convirtió en narrador de culto del mundo donde se mixturan violencia política, cuerpos policiales y narcotráfico.
Uno de sus títulos más conocidos es la novela Pasito tun tun, protagonizada por el sicario El Yaqui, en un espacio marcado por la violencia desatada por el narcotráfico, la poli-cía, la corrupción, el escándalo político y un particular humor negro.
Decía: “He tratado de plasmar lo que he visto en la realidad: los políticos hablan de una manera en público y de otra cuando están sentados en una cantina; ahí uno se podría preguntar, ¿este es el hombre que respeta o que teme la gente, si sólo es un monigote?”
A mediados de marzo salió la segunda edición de El Sinaloa en versión digital, de la cual dijo: “quedó igual, pero más chida”.
Era tajante: “he intentado decir: odien a estos jijos de su madre porque el narco es venerado en algunos medios casi como paladín. Eso en mis tiempos, ahora es más un signo de degeneración humana”.
Guillermo Rubio (Sonora, 1949) explicaba que Pasito tun tun viajó con él por la República y lo terminó entre patrullajes en la selva Lacandona, Chiapas. “Puedo presumir que lo he escrito en su totalidad cuatro veces y ha sido objetado por varias casas editoras. Ante los rechazos me motivé escribir otras cosas y llegué a terminar varios proyectos; es una terquedad mía que esta sea mi primera novela corta publicada”.
Afirmaba que adquirió “el virus benigno de crear” en los seis años que estuvo comisionado para prestar sus servicios en La Jornada, donde conoció “desde premios Nobel hasta pintores, poetas, dramaturgos, narradores, actores, directores de cine y bellos seres humanos, en fin, todos, muchos, por todos lados, ¿se puede no salir contaminado? El que anda con lobos a aullar se enseña”.
Una de las narraciones de Rubio inspiró la serie de televisión Nada personal, realizada por Carlos Payán en colaboración con Epigmenio Ibarra, quien consignó en Twitter que ésta le debe el título y uno de sus personajes principales, El Águila Real, a Rubio, el “asesor de realidad para todo lo relacionado con sordideces policiales”.
Rubio dijo en 2014 a este diario: “Lo que he escrito hasta este momento lo comprendo perfectamente bien. Puede haber fallas en la construcción de la historia, pero la cronología o cómo se llevan a cabo los temas que abordo, los conozco de punta a cola. Cuando has sido policía durante 25 años qué no puedes saber o no te puedes imaginar. Lo básico es lo que conoces y el aderezo principal es la imaginación”.