El poema es “para buscar respuestas que tal vez no vamos a encontrar”, afirmó el ensayista y poeta Margarito Cuéllar, durante la presentación de su poemario En el hotel de la vida todos somos extranjeros, el pasado lunes.
Publicado por Laberinto Ediciones, el texto explora, expresa el autor, el retorno a la tierra natal, donde hay muchas preguntas y cuando encontramos algunas de sus respuestas, acaso el poema se acaba. “No son respuestas definitivas, sino temporales”.
En una charla con el periodista y escritor Marcos Daniel Aguilar, transmitida a través de la página en Facebook de la librería Gandhi, Cuéllar señala que se trata de “poemas no escritos en el presente, sino en otro momento donde ese pasado ya está asimilado y la poesía permite revivirlo, como algo que posibilita ahondar en la memoria y encontrar hilos que no tenías cuando lo estabas viviendo”.
En el retorno descrito en el libro a su tierra, San Luis Potosí, dijo, se cuestionaba “a veces sintiéndome en un wéstern, otras en casa, ahí en diálogo con los muertos, y luego fue hacer la mochila de nueva cuenta, porque hay que seguir de viaje.
“La última parte es una conversación con mi hijo Áyax, en un tránsito de peatones en la colonia Narvarte, que no aparece, pero es una de esas partes aleatorias de cómo se va armando un libro.”
Margarito Cuéllar reconoció la idea de lo aforístico en su poemario. “Al margen de mi escritura, algunos títulos y versos anteriores ya se encaminaban hacia allá. Es parte fundamental de la formación de un escritor, como ha sido mi caso, porque he estado trabajando en una tesis doctoral sobre el aforismo en México.
“El título En el hotel de la vida todos somos extranjeros pudiera ser un verso aforístico o un aforismo. Eso tiene que ver con mi acercamiento a la filosofía, al pensamiento. Es una cuestión también de madurez”, añadió.
Explicó que en ese texto, aparentemente urbano, reúne sus raíces potosinas y del norte de México, su tierra adoptiva, y sus “incursiones por el país, que están en una especie de conversación en la parte final, donde se reflexiona sobre los nombres y las raíces de mi familia como una especie de retorno, y luego las irrupciones temporales en la Ciudad de México”.
Durante la lectura de los poemas de Cuéllar destacan las líneas que se refieren a esa pertenencia y extrañeza: Los parques olvidan al héroe que los deja. Nací acá, mas los lobos aúllan como si nunca nos hubiéramos visto.
Sostuvo que “lo que llamamos archivo de la memoria nos permite no tanto echar raíces, sino no olvidar las de tu tierra natal, y es también como ofrecer un tributo a las tierras adoptivas. Lo que sí trato de evitar es que no sea una visión de turista. Como periodista y como escritor, siempre trato de emprender viajes como un aprendiz de peatón”.