Washington. El Telescopio Espacial Hubble detectó la estrella más distante jamás observada, bautizada Earendel, cuya luz viajó durante 12 mil 900 millones de años para llegar hasta nosotros.
Los científicos estiman que su masa es al menos 50 veces la de nuestro Sol y millones de veces más brillante que él.
La estrella que detentaba el récord anterior también había sido observada por Hubble, en 2018, pero existía en un universo que tenía entonces una antigüedad de 4 mil millones de años, contra 900 millones de Earendel.
El descubrimiento fue publicado este miércoles en la prestigiosa revista científica Nature.
"Al principio, casi no lo creíamos", dijo el autor principal del estudio, Brian Welch, de la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore, Estados Unidos, en un comunicado.
Fue Welch quien tuvo el privilegio de nombrar esta estrella: Earendel significa "estrella de la mañana" en inglés antiguo.
La estrella "existía hace tanto tiempo que podría no haber estado compuesta por las mismas materias primas que las estrellas que nos rodean hoy", explicó el investigador.
"Estudiar Earendel proporcionará una ventana a un período del Universo con el que no estamos familiarizados, pero que condujo a todo lo que conocemos hoy", agregó.
Esta estrella será un objeto principal de estudio para el nuevo telescopio espacial James Webb, que actualmente se está calibrando en el espacio. James Webb la observará este año, dijo en un comunicado la Agencia Espacial Europea (ESA), que opera el telescopio con la NASA.
A diferencia del Hubble, que tiene una pequeña capacidad de infrarrojos, James Webb solo operará en estas longitudes de onda, lo que permitirá retroceder aún más en el tiempo.
Hasta ahora a esa distancia solo se podía observar grupos de estrellas, pero no era posible distinguir una estrella en particular.
Earendel contó con una ayuda cósmica: un fenómeno llamado lente gravitacional. Un cúmulo de galaxias, ubicado entre nosotros y la estrella, actúa como una lupa que amplifica la luz del objeto.
La ESA compara este efecto con las ondas en la superficie del agua, que cuando hace buen tiempo pueden crear haces de luz amplificados en el suelo de una piscina. Este extraño alineamiento debería durar años, según los astrónomos.