La sociedad no debería permitir que los vulnerables (como los niños) estén expuestos a decisiones que “son de adultos en su intensidad”, consideró el escritor, poeta y activista nigeriano Wole Soyinka (Abeokuta, 1934), a propósito del tema que aborda en su reciente novela, Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra (2021), cuyo punto central es el secuestro de niñas en su país a cargo de grupos fundamentalistas y terroristas.
El escritor tardó casi medio siglo en volver a escribir un relato de ese género, luego de sus primeras dos novelas, Los intérpretes (1965) y La estación del caos (1973). En su participación a distancia ayer en el Hay Festival Cartagena de Indias, el Premio Nobel de Literatura 1986 explicó que la dilación se debió a que quería conocer más a fondo los acontecimientos recientes en Nigeria.
Entrevistado por la periodista británica Rosie Boycott, Soyinka detalló que tuvo que revisar toda una variedad de personas y culturas para poder concluir su libro –que ya está traducido al español–, pues en el relato “hay distintas historias que se unieron para tratar de crear una nación, pues también hemos tenido distorsiones a escala nacional. En la sociedad en la que crecí y de la que formo parte, las cosas ocurren no en sitios pequeños, sino en escala masiva. Esto se ha acumulado más allá de mi capacidad y oportunidades para describirlo. Por eso, para expresar algo sobre esta nación tuve que estudiar mucho”.
De familia combatiente
Abordar el secuestro de niñas perpetrado por Boko Haram fue “como si la era de la esclavitud hubiera resucitado. En mi niñez y adolescencia luchaba contra los dictadores brutales, los asesinos y la corrupción; sin embargo, esto fue algo totalmente inesperado, que no debería pasar en un Estado bien desarrollado.
“A fin de cuentas prefiero la esclavitud comercial, ya que por lo menos uno puede hablar de ocios. Sin embargo, secuestrar niñas, llevarlas al bosque y decirles que hagan tal cosa en nombre de alguien, es una de las formas más terribles de apropiación del ser humano.
“Al negociar su libertad, sus captores insistieron en que las niñas tenían que dar algo antes de ser liberadas; es decir, tenían que renunciar a su religión. No todas lo hicieron. La sociedad no debería permitir que los vulnerables estén expuestos a decisiones que son de adultos en su intensidad.”
Activista desde niño, Wole Soyinka explicó que creció en una “familia combatiente”, una tía y su propia madre; incluso, contó que se convirtió en “mensajero” entre los dos bandos. El activismo le fue “heredado” e “inoculado”.
¿Cómo curar a un país después de una situación como el secuestro infantil? Para el escritor, primero, hay que reconocer que en Nigeria hay jóvenes que “se han liberado de ese yugo colonial y no están preparados para someterse a ningún dominio, ni el religioso. Las personas no pueden concebir otra opción de poder.
“Creo en la restitución. Para tener una curación completa, tiene que haber perdón y restitución. La prueba del éxito es que algunos de estos violadores regresaron por sí solos ante las personas a las que habían afectado e hicieron trabajo comunitario como expresión de remordimiento. Desafortunadamente, algunos de nosotros no reconocemos el pecado que está en el principio de la restitución.”
Apertura a influencias externas
Sobre los efectos del colonialismo en Nigeria, Soyinka indicó: “No debemos ser negativos acerca de las influencias externas. Siempre hay una mezcla. Aquí, no obstante, nunca perdimos nuestra tradición. Las personas que daban la espalda a lo que llamo ‘lo tradicional’, eran simplemente figuras del ridículo. Al crecer, tomamos lo que queríamos de todo lo que había ocurrido a nuestro alrededor. Veíamos todas las influencias y culturas”.
El Premio Nobel de Literatura 1986 reconoció que está en favor de “pasar el bastón a la nueva generación” al anunciar que piensa retirarse “lo más posible de la política pública”, aunque todavía interactúa con diferentes organismos no gubernamentales y movimientos sociales. Ha llegado a la ocasión de ese retiro, añadió, debido a que “no tengo nuevas ideas por el momento. Debemos tener una lluvias de ideas con los distintos sectores de la comunidad y continuar un discurso para encontrar soluciones, porque las personas se han cansado de pensar. En adición, he propuesto internacionalizar la situación, admitir que estamos invadidos con fuerzas internas. La comunidad internacional puede hacer por nosotros lo que hemos hecho por otros”.