Burocratismo y tiempos de espera prolongados para que un paciente sea ingresado a un hospital del sector público enfrentan todos los días paramédicos de la Cruz Roja Mexicana, quienes atienden cientos de emergencias al día, pero cuya labor no termina al llegar al nosocomio, sino hasta que, literalmente, la persona desocupa la camilla, lo que se traduce en ocasiones en más de tres horas de dilación.
“La ambulancia se queda ahí, parada, detenida sin actividad dos o tres horas en espera de que el paciente sea registrado y se le asigne cama, mientras las incidencias en las calles cotinúan. Esas no te esperan, son una tras otra“, relató Juan Carlos Salas, operador-paramédico de la institución.
Con más de 25 años de experiencia, relató que el jueves pasado tardó más de tres horas en ingresar a un paciente con covid en el Hospital General Enrique Cabrera, pero tuvo que ceder su lugar en la fila a otro paramédico porque su enfermo, también de covid, llegó más grave.
“Ahí tuvimos que decidir (entre los paramédicos) a quién metíamos primero”, al señalar que sólo había un médico de guardia, por lo que lamentó que el pan de cada día al que se enfrentan sea “la burocracia. No hay visión, no les importa, prefieren no ir a trabajar y todo eso afecta, porque los compañeros que me antecedían tenían más de cuatro horas esperando ingresar a su paciente, y yo más de tres”.
Fue el paciente covid número 199 que Salas ingresó a un hospital en lo que va de la emergencia sanitaria.
Señaló que los servicios de salud enfrentan problemas estructurales y no sólo de infraestructura, y que las situaciones son las mismas en los hospitales de la Secretaría de Salud del gobierno capitalino, como en las clínicas de los institutos de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado y del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde camilleros y enfermeras anteponen los horarios de comida o de cambio de turno a la atención del paciente de urgencias.
Dilación y tramitología
Puso como ejemplo a personas con fractura de fémur, cuyos casos son habituales y que su ingreso no debería llevar más de 20 minutos, pero “tienes que esperar hasta que lo reciban, a pesar de que el personal médico ya sabe que se va a quedar. Pueden pasar dos o tres horas, a veces más, porque no hay doctores, camas o rayos X disponibles; entonces, nos sentimos retenidos.
“No sé qué pasa que no te asignan cama, es algo que nunca hemos entendido, siempre es lo mismo”, antes de la pandemia y ahora, reprochó, al mencionar que a pesar de que existe el triaje, es decir, el filtro de revisión y clasificación del nivel de la urgencia, “los pacientes no son atendidos con la premura que debe ser”.
No obstante, justificó que “se entiende que si hay filas de 50 enfermos en espera de cama, por decir un número, pues sí tiene que presentarse una incidencia, pero debe existir un mecanismo que no resulte insuficiente”.
Este diario acompañó a Salas y al paramédico Juan Carlos Santos a bordo de la ambulancia 19 durante el turno de las 14 a las 21 horas del miércoles pasado, en el que atendieron siete emergencias sin horario de comida.
A una mujer de 87 años, con domicilio en la colonia Guerrero, la trasladaron al Hospital General Rubén Leñero, donde Salas y Santos, además de realizar la larga tramitología, esperaron alrededor de una hora y media para que a la paciente le asignaran cama.
“A lo mejor en ese lapso una emergencia más apremiante o que ponga en riesgo la vida de otra persona está en la calle, pero la ambulancia no está disponible”, lamentaron.