El arte debe tener camino espiritual: “Si no me conecto con mi corazón, qué puedo transmitir”, expresó la pianista Farizat Tchibirova, quien dirige el Ensamble de Pianos de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, que abrirá este sábado la edición 24 del Festival Internacional de Piano en Blanco y Negro.
En una conversación realizada ayer en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, y transmitida en línea, explicó que es falso que un sistema nervioso débil no sirve para la demandante profesión musical. “Al contrario, es lo que quiere la música: hipersensibilidad”.
La docente ruso-mexicana charló con los pianistas Victoria Daninisa Contreras y Ángel Gabriel López, quienes participarán en el encuentro, sobre su desarrollo en la orquesta Carlos Chávez, sus inicios en la música, las estrategias ante la pandemia y la situación técnica de esa disciplina en México. También interpretaron algunos fragmentos de lo que desarrollarán en el recital.
Tchibirova narró que durante el confinamiento impulsó en sus alumnos “otros dones que no se conocían. El de composición, el de la poesía; vimos películas de arte, de Tarkovski. Este tiempo de pandemia lo utilizaron para crecer. Para conocerse más”.
Destacó que la orquesta escuela “es un gran proyecto. Los muchachos tienen oportunidad tocar siempre con sus compañeros dentro de la agrupación y, aparte, tienen un plan pianístico y artístico muy intenso, de tocar solos y en ensamble”.
La profesora recordó que cuando llegó a México se dio cuenta de que “realmente no había técnica”, y en su labor profesoral retomó el enorme repertorio de la escuela rusa, lo cual facilita mucho el acceso a niños y jóvenes, porque ya están “escuchando, cantando y fluyendo con la música” aunque todavía no hayan desarrollado la habilidad necesaria en los dedos, pero ya están expresando”.
Victoria Daninisa Contreras recordó que proviene de una familia que ha tocado el piano, aunque su madre eligió la guitarra. “Cuando me senté al piano me sentí muy cómoda. Soy necia de este instrumento. Lo más difícil es sentarse, pero después hasta sientes que te faltó tiempo. Para mí la música implica mucho autoconocimiento”.
Agregó: “Cada camino musical es diferente. Por eso incito a que si quieren tocar música, por favor, adelante. Cada camino e instrumento serán distintos, cada compositor, pieza y conexión. Yo he tenido un camino tan variado. Siento que es como si volviera de nuevo a mi punto de inicio a cada rato, pero con una perspectiva diferente”.
Contreras tocó la tercera de las danzas argentinas de Alberto Ginastera: “La danza del gaucho matrero”.
En su intervención, Ángel Gabriel López afirmó que “la música clásica siempre ha sido una parte muy importante de mi vida. Es mi pasión”. Luego interpretó uno de los Estudios de ejecución trascendental, de Liszt, el número 8 Wilde Jagd.
Reconoció que le gusta mucho tocar en grupo. “Me quedé más en el coro porque me gusta sentir el ambiente, escuchar y, en general, nuestra academia es diferente de otras escuelas porque no solamente tomamos nuestra clase y nos vamos, sino que nos quedamos a escuchar al compañero siguiente, lo que la maestra le dice”.
Para concluir, Daninisa Contreras y Ángel Gabriel López interpretaron en un piano Libertango, de Astor Piazzolla.