La reanudación de conciertos presenciales con la edición 24 del Festival Internacional de Piano en Blanco y Negro es “una celebración profunda que busca tocar el alma”, propone “alegría y estar conectados a través de la música”, sostiene Daninisa Contreras Borislova, quien participará en el concierto que abre el encuentro este sábado a las 19 horas.
El festival, suspendido el año pasado por la pandemia de Covid-19, coordinado por el crítico y articulista de este diario, Juan Arturo Brennan, se iniciará con el concierto del Ensamble de Pianos de la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh) en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Cenart).
Se realizarán otros cinco conciertos de reconocidos pianistas, que concluirán el 3 de octubre. Además, los artistas desarrollarán charlas sobre su disciplina. Todas las actividades serán transmitidas por las redes sociales del Cenart. El programa completo se puede consultar en https://www.cenart.gob.mx/.
El recital de apertura contará con la participación de Arturo Sandoval, Daninisa Contreras, Paulina Calixto y Ángel Gabriel López, dirigidos por la ruso-mexicana Farizat Tchibirova, quienes interpretarán obras de Mozart, Liszt, Rajmáninov, Antonín Dvořák, Astor Piazzolla, Francis Poulenc, Alexis Aranda, Alberto Ginastera y Aram Khachaturian.
En entrevista con La Jornada, Contreras Borislova (Puebla, 1997) explica que gracias a la OECCh “tienen la oportunidad de participar en este festival, uno de los más importantes a escala internacional, donde se han presentado y se presentarán grandes músicos. Siempre había sido un sueño para mí estar aquí”.
La pianista, que ha tenido presentaciones en España, Italia y Suiza, y estudiado con maestros internacionales, señala: “Regresas a México y te das cuenta de que la música es música, no importa en qué parte del mundo estés. Es un lenguaje universal.
“A veces no apreciamos lo que tenemos. Para mí, México es genial, musicalmente hablando. En Europa tienen más escuela técnica, porque hay una tradición, pero nuestro país de cierta manera tiene más potencial, por cómo viven las personas y cómo sienten más. En Rusia y Europa aprecian mucho y les encantan los compositores mexicanos, y aquí uno no se la cree.”
Expresa su agradecimiento a la OECCh, a su maestra Farizat Tchibirova y al festival Blanco y Negro por “permitirme estar aquí y seguir desarrollandome”.
Relata que “el ensamble de pianos fue una propuesta de la doctora Tchibirova, justo porque sabemos que estar con otros músicos nos hace crecer. Antes, tenía la idea de que ser pianista era estar solo, y no tiene nada que ver. Ser pianista es estar en comunicación constante con otros músicos y en constante diálogo en pro del arte”.
Con “mi compañero Ángel ya había hecho ensamble bastantes años. Las obras que vamos a presentar el sábado también tienen una construcción. El dúo de Paulina y Arturo y el ensamble que tengo con Ángel tienen meses de trabajo, desde que supimos que íbamos a participar, ensayando diario casi cinco horas en conjunto; ni siquiera hablo del estudio individual o los ensambles a dúo”.
El trabajo de Tchibirova, dice Contreras, fue “detectar qué puede funcionar con todos, porque cada uno tiene personalidades distintas, y buscar cierto equilibrio con estas obras. La concreción del repertorio fue muy buena. Es muy variado, como lo somos nosotros. Se siente como si fuera una fiesta; cada obra, una danza. Es emotivo, es como decir ‘bienvenidos todos al festival Blanco y Negro’”.
Hace hincapié en que en el “concierto presencial el ambiente sonoro que se genera es especial, la concentración. Es compartir esta meditación entre todos. Como músico o espectador es vivir en ese presente, apreciarlo y decir: ‘qué maravilloso es poder estar aquí y tener todo esto’”.
Contreras Borislova afirma que “estar en contacto con las personas es importante y saludable. Lo que hacíamos (durante la pandemia) para estar más tranquilos era hacer meditaciones en línea en acuerdo con Tchibirova. Nos hablábamos bastante por teléfono. Al final del día somos artistas y nos interesa mucho la esencia humana. Todo el tiempo intentamos ser una familia”.
Ante la situación, continúa, “me inspiraba a veces hasta más porque estás en ese momento y dices ‘todo está horrible allá afuera’ pero la música es esa luz, en la que puedes encontrar paz. Sana. Es un arte efímero, pero justo eso hace apreciar este momento”.
Sobre las actividades del festival, añade: “Desde que era una niña y cada vez que iba a un concierto me sorprendía, cada uno me hacía reflexionar sobre la vida, me hacía sentir viva de nuevo. Los conciertos son un momento especial para disfrutar la música y para conectar con uno mismo”.