Al mirar Noche de fuego es difícil sospechar que detrás de la historia hay un trabajo casi documental. Con su primera obra dramática, Tatiana Huezo ha demostrado con creces su experiencia y su capacidad para hacer buen cine, sin importar cuál sea su registro.
La directora, sin embargo, también ha sabido aprovechar los aspectos miméticos propios de sus primeros trabajos. Detalles como establecer su presencia en los entornos en que la cinta se filmó, la elección de las protagonistas, o la preparación de sus personajes.
Ambientada en un pequeño pueblo en una sierra de México, la cinta narra la historia de un grupo de niñas que habitan en una zona controlada por los cárteles de la droga. En el pequeño pueblo de Neblinas la gente desaparece o se va; muchos hombres han emigrado del lugar y las mujeres ahora tienen que lidiar con la violencia y el miedo ocasionado por el crimen organizado. En ese lugar viven Ana y su madre Rita.
“Diría que tiene que ver con que buscaron personas, identidades; no caras, no perfiles. Fue un trabajo que tenía que ver con saber quiénes éramos. La relación fue muy íntima, de mucho intercambio”, contó en entrevista la actriz Mayra Batalla (Rita).
Para poder desarrollar la historia de amistad que se aprecia entre tres de las niñas que viven en el pueblo Neblinas, primero se trabajó en crear una relación verdadera entre las intérpretes. Además, para prepararse las actrices tampoco empleaban un guion, “porque no le interesaba a Tatiana que las niñas memorizaran líneas. Yo leí el guion muchos meses después de haber terminado de filmar”, explicó.
Como sustituto al guion, una vez establecidas las relaciones y comprendidos los personajes, las actrices tenían que adaptarse a las situaciones que les eran dadas. Los diálogos se les entregaban al momento de filmar, los leían un par de ocasiones y una vez comenzado el rodaje había oportunidad incluso de improvisar.
“Más o menos Tatiana me explicaba de qué se trataba, y después me decía piensa en algo, lo que tú quieras. Y a mí lo primero que me pasaba por la cabeza era que eso de verdad les estaba pasando a ellas; y era algo muy feo pensar en eso, pero a la vez ayudaba. En mi caso creo que era pensar también en mi tía, en mi familia, en ellas como amigas (las chicas de la película)”, detalló Mayra Membreño.
Batalla, por su parte, considera que “Tatiana al ser documentalista atrapa historias, personas y vidas, y eso fue lo que hizo con nosotras, y con el lugar, Neblinas”.
La película de Huezo está basada en el libro Prayers of the stolen, de la escritora Jennifer Clement, pero también fue nutrida por las intérpretes y la directora. “Tatiana se basó en sí misma, no yéndose lejos, tratando de fijarse más en lo que tiene cerca”, señaló Membreño.
A pesar de que la historia se desarrolla dentro de un contexto violento, Huezo opta por no mostrarlo. Centrada en las consecuencias que experimentan las personas ajenas a la violencia, la perspectiva de la directora también permite apreciar otros aspectos en las vidas de las protagonistas, los momentos en que sus personajes experimentan “la alegría de vivirlo, y también este espacio que, en medio de donde quiera que estés, tienes el poder de hacer que la vida sea lo que tú quieres”, expresó Batalla.
El recibimiento de Noche de fuego en festivales de cine como el Cannes, en donde la cinta de Tatiana Huezo recibió una larga ovación, es para la actriz, “una enorme alegría. Se reduce a una cosa: una conexión con la infancia, que es aprenderte una canción y quieres que tú mamá la escuche. Es una alegría que tiene que ver con compartir algo que te emociona mucho, que te ilusiona, y cuando la gente lo recibe de esa manera, como fue Cannes, es muy bonito”, dijo Batalla.
Noche de fuego ya está disponible en salas de cine mexicanas.