Madrid. Después de movilizar a la Brigada de la Policía Nacional especializada en la lucha antiterrorista, de generar una ola de solidaridad en todo el espectro político por la supuesta brutal agresión y que el propio presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, decidiera convocar a una reunión urgente de la Comisión de seguimiento de la lucha contra los delitos de odio, finalmente la supuesta víctima del ataque se sinceró. Y confesó que todo había sido una invención, que en realidad nadie le había atacado el pasado domingo en el portal de su casa, que el grupo de ocho encapuchados no existía y que se dejó inscribir la palabra “maricón” en el glúteo en una sesión voluntaria de sadomasoquismo con otro grupo de amigos.
El denunciante, de 20 años y cuya identidad se mantiene en el más absoluto anonimato, acudió a la comisaría de policía el pasado domingo por la noche, supuestamente unas horas después de los hechos. Ahí relató que cuando volvía a su casa, alrededor de las cinco de la tarde y en el corazón del barrio madrileño de Malasaña -uno de los más populares y con mucha población juvenil y gay- fue atacado violentamente por un grupo de ocho jóvenes encapuchados. Relató que le habían insultado, llamándole “comemierda”, “maricón” y “asqueroso”, y que después de eso le habían despojado de su pantalón y su calzón para escribirle con una navaja la palabra “maricón” en el glúteo.
El relato era de tal brutalidad y crueldad que de inmediato se generó una ola de indignación, tanto de los colectivos del colectivo LGTBI como de todos los partidos políticos de la región, que condenaron sin ambages la supuesta agresión.
El gobierno español convocó a la reunión de la Comisión de seguimiento de la lucha contra los delitos de odio y anunció además, a través del ministerio del Interior, que había ordenado que la Brigada de la Policía Nacional que lucha contra el terrorismo se encargara de inmediato de la investigación. Y de inmediato surgieron hipótesis, sobre todo dos y ambas alentadas por la propia clase política española: la primera, impulsada por el propio gobierno, que se trataba de un ataque de un grupo de extrema derecha homófobo alentado por el discurso radical de Vox, y, la segunda, también alentada por los políticos, que los responsables podrían formar parte de una “banda latina”.
Ambas hipótesis se desmoronaron en menos de dos días, cuando los policías después de analizar todas las cámaras de seguridad de la zona y de centrar sus investigaciones en el círculo cercano de la supuesta víctima, al creer que se podría tratar de una venganza personal, finalmente el supuesto denunciante se desmoronó. Y confesó que todo fue un invento de principio a fin. Que la inscripción en su glúteo con la palabra “maricón” se la había hecho durante el fin de semana en una sesión de sadomasoquismo grupal. Y que no sabía por qué se había inventado tal patraña.