De acuerdo con el arqueólogo Leonardo López Luján, las superficies que hasta el momento se han explorado de la zona arqueológica del Templo Mayor y de lo que fue México-Tenochtitlan son mínimas. “Se estima que apenas se ha excavado 12 por ciento del recinto sagrado, y aproximadamente 0.1 por ciento de la superficie total de esa capital; es decir, lo que conocemos es un fragmento muy reducido de la reali-dad arqueológica”.
En el marco del ciclo de conferencias En busca de Tenochtitlan y Tlatelolco, que se transmite a través de las redes sociales de El Colegio Nacional, el especialista habló sobre los orígenes del descubrimiento del Templo Mayor, los diversos trabajos de investigación científica, que a lo largo de más de 43 años ha involucrado a arqueólogos, antropólogos, historiadores, biólogos, químicos, botánicos, arqueoastrónomos y restauradores, así como del impacto histórico, político, económico, cultural, demográfico y mediático que ese descubrimiento ha tendido durante dichos años.
Apoyado con la proyección de fotografías de excavaciones y piezas prehispánicas, dibujos y serigrafías del siglo XIX, videos y gráficas, el especialista se refirió a algunos de los más reconocidos hallazgos que se han realizado en esa zona arqueológica y a otros estudios de biólogos, botánicos y químicos.
También habló de la creación del hoy Museo del Templo Mayor y los más de mil 250 libros que se han publicado hasta el momento, resultado de investigaciones sobre el recinto sagrado prehispánico y la ciudad de México-Tenochtitlan; a los que se suman los hechos por investigadores extranjeros.
Se han registrado, dijo, 109 tesis profesionales de licenciatura, maestría y doctorado y unos 25 trabajos han sido distinguidos con distintos premios.
En 1978, recordó, un grupo de trabajadores halló una piedra que resultó ser la diosa Coyolxauhqui; hallazgo que derivó en el descubrimiento del Templo Mayor, eso fue lo que marcó el inicio de las excavaciones. Al principio, éstas se realizaron en los pocos espacios disponibles en aquel momento, con el tiempo, tras una serie de gestiones y polémicas, se fueron ampliando.
Sin embargo, destacó López Luján, las superficies que hasta el momento se han explorado de la zona arqueológica del Templo Mayor y de México-Tenochtitlan, son mínimas.
Durante la extensa y detallada conferencia explicó la importante labor científica y técnica de los registros topográficos digitales y los estudios químicos para determinadas piezas.
Comentó a detalle la complejidad e importancia histórica, simbólica y científica de algunas de las 204 ofrendas que hasta el momento se han recuperado.
Recordó que para las primeras excavaciones “el gobierno federal aportó 805 millones, la Fundación Jenkins, 234 millones, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, 15 millones”.
Entre las polémicas y anécdotas, López Luján hizo mención de que al inicio, como los espacios disponibles para las excavaciones eran limitados, se manejó la idea de demoler algunos edificios en torno al hallazgo de la Coyolxauhqui, lo que desató un debate entre Jorge Alberto Manrique, quien se oponía a la demolición, y Matos Moctezuma.
Otro debate ocurrió entre quienes proponían una reconstrucción de la pirámide del Templo Mayor. “Surgió una presión enorme de ciertas personalidades, como Fernando Benítez y Pedro Ramirez Vazquez, quienes anhelaban de corazón y buena voluntad, que la pirámide se reconstruyera”. Al final, no se realizó esa intervención de reconstrucción sobre la pirámide original, explicó López Luján.
A lo largo de más de cuatro décadas, el número de piezas encontradas en la zona arqueológica del Templo Mayor y lo que fue México-Tenochtitlan, cada vez se van incrementando, es tanto que hoy es necesario y urgente que se implemente un nuevo edificio para su estudio y cuidado, comentó el arqueólogo.