Yokohama. Julia Grosso anotó desde los 11 pasos y Canadá conquistó el viernes su primer oro olímpico en el fútbol femenino, al derrotar 3-2 a Suecia en la tanda de penales, tras un empate 1-1 en el tiempo reglamentario.
Es la primera presea dorada de Canadá, que ya había se había colgado el bronce en Londres 2012 y en Río hace cinco años.
La portera canadiense Stephanie Labbe atajó el disparo de Jonna Andersson antes de que el de Grosso, una mediocampista de 20 años de la Universidad de Texas, superó por la derecha el guante de la sueca Hedvig Lindahl.
Las suecas, que aspiraban a lograr su primer título en un gran torneo, volverán a subir al segundo escalón del podio tras perder con Alemania en 2016.
En el tiempo reglamentario, Stina Blacksteinius adelantó a Suecia a los 34 minutos a pase de Kosovare Asllani. El lanzamiento pareció rebotar en Vanessa Gillies y entró por la derecha, evitando el intento de Labbe por alcanzarlo.
Jessie Fleming igualó el marcador desde los 11 pasos a los 67 tras la intervención del VAR en una jugada en la que la árbitro rusa Anastasia Pustovoitova decretó pena máxima en una entrada de Amanda Ilestedt sobre el pie izquierdo de Fleming. Y el partido se fue a la prórroga.
Suecia había ganado todos sus partidos en un torneo olímpico que arrancó con una contundente victoria por 3-0 sobre Estados Unidos. Llegaron a la final tras superar por 1-0 a Australia, que terminó cuarta tras perder 4-3 frente a las estadounidenses en la víspera.
La seleccionadora de Canadá, Bev Priestman, había dicho que su objetivo en Tokio era cambiar el color de su medalla, algo que garantizaron al superar 1-0 a Estados Unidos en semis. A esa ronda avanzaron luego de eliminar a Brasil 4-3 en la tanda de penales tras un empate sin goles.
Las altas temperaturas obligaron a reprogramar la final: en lugar de jugar a las 11 de la mañana en el Estadio Olímpico de Tokio, lo hicieron a las 22 de la noche en Yokohama. Aún así, en el saque inicial, los termómetros superaban los 28 grados Celsius con un 78 por ciento de humedad. Sin aficionados en la cancha por la pandemia del coronavirus, el sonido de las botas golpeando el balón resonaba en el estadio, con capacidad para 72 mil personas, donde Brasil se proclamó campeón del mundo frente a Alemania en 2002.