Río de Janeiro. Sin brillar, Brasil cumplió con los pronósticos y se clasificó a la final de la Copa América por segunda vez consecutiva al vencer a Perú 1-0 este lunes, y espera en el mítico Maracaná al ganador de la otra semifinal, entre Argentina de Messi y Colombia, que juegan el martes en Brasilia.
Una gran maniobra del talentoso Neymar dejó en óptima posición a Lucas Paquetá para anotar el gol de la seleçao al minuto 35, cuando era dominador absoluto y no sufría peligro alguno de un inoperante Perú, su rival en la final de 2019 que ganó Brasil en su casa.
Pero el seleccionado inca reaccionó en gran forma en la segunda parte llevando el partido a un tu a tu muy incómodo para el anfitrión, que se posicionó de contragolpe y redujo en forma significativa su poder ofensivo.
Brasil otra vez no anduvo con vueltas y dejó el jogo bonito para otro momento; solo Neymar dio testimonio de aquella etapa romántica que cautivó al mundo del fútbol.
Una muralla verdamarilla, desde su portero Ederson y sus experimentados defensores Thiago Silva y Marquinhos, con un estratégico Casemiro respaldan la base del juego que eligió Tite, y en los números, mal no le fue.
Los hechos son sagrados… Brasil tiene la valla menos vencida en esta Copa con apenas dos goles en seis partidos y es el más efectivo en ofensiva, con 13 tantos.
La seleçao intentará repetir el sábado en el Maracaná el título que logró en 2019, esta vez con Neymar al frente, y esperando al adversario entre el archirrival Argentina de su amigo Messi y Colombia.
Perú no fue en semifinales el mismo seleccionado que Brasil apabulló en el debut de los incas (4-0) cuando su técnico Ricardo Gareca estaba ordenando un equipo casi nuevo, sin su estrella Paolo Guerrero.
Las piezas se fueron acomodando y Gareca presentó en el castigado campo de juego del Olímpico Nilton Santos de Rio de Janeiro un equipo que se mostró sólido en la segunda parte, con buen nivel de jugadores que explotaron en los últimos partidos como el goleador Gianluca Lapadula.
— Lionel Messi & compañía -
Tal vez en su mejor etapa en la selección argentina desde que debutó en 2005, Messi sabe que, a sus 34 años, es ahora o tal vez nunca.
Ni la indefinición de la firma de su contrato con el Barça que venció el 30 de junio sacan de eje al capitán argentino, goleador hasta ahora de la Copa con 4 tantos y la gran figura en cuartos de final ante Ecuador (3-0), con un gol y dos asistencias.
Poco tiempo atrás su mochila era muy pesada, cargada con tres finales perdidas de Copa América y un período de 28 años de sequía de la selección absoluta, pero ahora reparte más el peso y luce aliviado.
Lo que no pudo lograr durante años con los históricos Sergio Agüero, Angel Di María, Gonzalo Higuain o Javier Mascherano, lo está consiguiendo con jugadores de mucho menos experiencia.
Ahora distribuye las cargas con Guido Rodríguez o Leandro Paredes, Giovanni Lo Celso o Rodrigo De Paul y el juego argentino fluye más natural y peligroso: sus socios ya no ven pasar pasivamente al ídolo, lo acompañan y le dan opciones. Es Messi y compañía.
"Tenemos ganas de llegar a la final, ganar este partido, y el hambre de estos jugadores es evidente (…) y es más que evidente que estamos todos con una ilusión bárbara" dijo el entrenador albiceleste Lionel Scaloni en la víspera del encuentro.
Pero Colombia no será un camino de rosas por la capital brasileña el martes para la Albiceleste, porque tradicionalmente han sido duelos muy parejos y de pronóstico reservado.
Los cafeteros han plantado en este torneo un equipo veloz con buen juego aéreo, y ante Argentina además recupera a su figura Juan Guillermo Cuadrado, suspendido ante Uruguay en cuartos de final. El volante de Juventus marca el ritmo en el equipo de Reinaldo Rueda.
Y el cuarteto de entrenadores será el mismo que en las semifinales de hace dos años: Tite con Brasil, Lionel Scaloni con Argentina, Gareca con Perú y Rueda con Chile en 2019 y ahora con Colombia.