Caracas. Después de más de un año de cierre por la pandemia de Covid-19 y de una profunda remodelación en que obreros tomaron los espacios vacíos tras la ausencia prolongada de bailarines, músicos y actores, el teatro Teresa Carreño de Caracas volvió a abrir sus puertas con una obra inédita que le ha devuelto su brillo.
También es un claro ejemplo de que las artes escénicas son capaces de sobrevivir a las peores crisis que azotan al mundo.
El 16 de marzo, tres días después de que se confirmaron los dos primeros casos positivos del nuevo coronavirus en Venezuela, el gobierno declaró una estricta cuarentena para frenar los contagios y envió a casa a todos, entre ellos a los miembros de las compañías de ballet clásico y contemporáneo del Complejo Cultural Teresa Carreño, el más moderno del país y que figura entre los más grandes de América Latina.
El recinto fue construido en un lote de 22 mil metros cuadrados e inaugurado en 1983. Las remodelaciones comenzaron meses antes de la crisis sanitaria. En medio de los trabajos “nos agarró la pandemia y fue sumamente complicado llevar ese proyecto” a cabo, señaló a The Associated Press Irving Peña, director ejecutivo del teatro.
Además de la instalación de un avanzado sistema de aire acondicionado, que incluye la producción autónoma de agua helada, se intervinieron los espacios abiertos y varias otras áreas, incluyendo la sala Ríos Reina, con capacidad para 2 mil 400 personas, acotó Peña.
Las funciones de Al Descampado este fin de semana marcaron la reapertura y los próximos espectáculos se realizarán con un aforo reducido y estrictas medidas sanitarias.
La obra se enmarca en los 200 años de la batalla de Carabobo, decisiva en la independencia de Venezuela. Resalta la vida de los personajes desconocidos que participaron en la gesta: campesinos convertidos en temidos miembros de la caballería, un artista enamorado que fue soldado y las mujeres que alimentaron a la tropa y además fungieron como combatientes en numerosas ocasiones.