De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), en 2017 unas 68 millones 500 mil personas en el mundo fueron desplazadas de su país de origen, de las cuales 24.5 millones se consideran refugiadas, “cifra que hoy, seguramente, se ha incrementado”, destacó la titular de la Secretaría de Cultura (SC) de la Ciudad de México, Vanessa Bohórquez López, durante el acto que se llevó a cabo en la Casa Refugio Citlaltépetl como parte de la conmemoración del Día Mundial del Refugiado, motivo por el cual se develó una placa en reconocimiento al diplomático mexicano Gilberto Bosques Saldívar (1892-1995).
La funcionaria destacó que hoy no sólo hay que reflexionar en torno a las situaciones que viven los refugiados durante su incierto peregrinar, sino que se debe pensar también en las causas y factores sociales y políticos que obligan a las personas a abandonar sus países, como la violencia y la intolerancia por cuestiones étnicas, religiosas, bélicas, ideológicas y políticas.
Recordó que México es un país con una larga tradición solidaria, que ha dado refugio a generaciones de exiliados, “lo que nos ha enriquecido culturalmente”, por lo que se hace honor a Gilberto Bosques.
Durante el acto, la académica Leticia Calderón destacó que “hay que repensar qué significa para México ser en el presente un país de refugio, pues nuestro pasado nos obliga a intensificar esa solidaridad”.
La migración, ya sea forzada, deseada o planeada, adquiere fuerza en el encuentro con la sociedad que acoge al refugiado, explicó la investigadora. Ese vínculo permite que realmente surja la riqueza cultural.
De ahí que, destacó Calderón, a 10 años de la Ley sobre Refugiados y Asilo Político “hoy se debe reglamentar dicha legislación. Por el momento estamos a la espera de poner en marcha el Consejo Consultivo que nos permita participar de manera más activa. Es una cuestión que urge hoy, así como avanzar en la ley de interculturalidad”, señaló.
Por su parte, Marian Gabriela, refugiada nicaragüense, deploró la situación de la que es víctima la población en su país, “donde se ha hecho de la injusticia, ley, y donde los derechos humanos son violados”.
En México, explicó, hemos encontrado una familia. Sin embargo, comentó, “he conocido mujeres que huyeron de su país por la violencia, y que en el trayecto han sido víctimas de abusos sexuales, robo o crimen organizado.
“Es una realidad muy dolorosa, pero la cuestión es que hoy se sigue criminalizando a quienes huyen para salvar sus vidas; mientras no se denuncien las fallidas y verdaderas causas políticas, económicas y sociales, no habrá un cambio. Nada habla más tan fuerte y claro que aquello que orilla a huir para salvar la vida.”
Como parte de la efeméride, junto a la escultura del diplomático mexicano Gilberto Bosques, que se encuentra en la Casa Refugio Citlaltépetl, se develó una placa en la que se deja testimonio de su compromiso y solidaridad con las personas perseguidas por el franquismo y el nazismo.
Bosques fue cónsul de México en la Francia del régimen de Vichy; él tramitó visas mexicanas para grupos de españoles republicanos que huían del franquismo y, posteriormente, para perseguidos políticos del nazismo.
En su momento, eran tantas las personas refugiadas que buscaban una visa mexicana que Bosques tuvo que alquilar dos castillos en Francia (el de Reynarde y el de Montgrand), los cuales servían como centros de asilo para los perseguidos mientras se tramitaba su salida hacia México.
El acto contó con la presencia de familiares de Gilberto Bosques, representantes de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, de la Agencia de la ONU, y de María Cortina, directora de la Casa Refugio Citlaltépetl, entre otros funcionarios.