La Europa de los 27 ha perdido su autonomía en política exterior. Tampoco tiene mucho margen de maniobra, si nos referimos a las propias de la seguridad geoestratégica y militar. Sus órganos, como el Parlamento, el Consejo, la Comisión y el Servicio Europeo de Acción Exterior, han decidido plegarse a Estados Unidos (EU) cuando de América Latina (AL) se habla. Con esta decisión, Europa ha perdido la oportunidad de convertirse en actor internacional con voz propia, yendo a rebufo de las políticas diseñadas por el Departamento de Estado, el Pentágono y la Casa Blanca. Da igual que sus estados miembros tengan gobiernos socialdemócratas, conservadores, liberales o en coalición, las decisiones siempre caen del mismo lado de la balanza: rechazo y cuestionamiento de los proyectos emancipadores y antimperialistas nacidos en AL. En esta lógica, dos han sido los países por excelencia donde la Unión Europea (UE) ha centrado sus políticas injerencistas: Cuba y Venezuela. Sin embargo, resulta curioso ver cómo avalan golpes de Estado y justifican gobiernos espurios, como sucedió con Honduras, Paraguay o Bolivia, tras sendos golpes de Estado. Hoy piden respeto y se preocupan por la “salud” de Jeanine Áñez, ex presidenta de facto de Bolivia; eso sí, miraron hacia otro lado cuando se violaban los derechos humanos de los militantes del MAS, torturados o linchados, tras el golpe de Estado contra Evo Morales. Josep Borrell, quien ostenta el pomposo título de alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, mira siempre al norte. Sus manifestaciones y decisiones están precedidas de reuniones bilaterales con funcionarios del Departamento de Estado.
Por otro lado, los premios Andrei Sajarov que otorga el Parlamento Europeo “para la libertad de conciencia”, en el caso de AL, extrañamente han recaído en disidentes cubanos y venezolanos, cuyos antecedentes poco tienen que ver con la defensa de los derechos humanos. Sólo en una ocasión, 1992, desde que se instituyeron en 1988, se concedió a las Madres de la Plaza de Mayo. Tenía sentido, el quinto centenario, el fin de las dictaduras cívico-militares, la caída del muro de Berlín y los procesos de transición al neoliberalismo ameritaban un guiño a las luchas populares en AL. Fue un espejismo. En 2002, el galardonado sería el cubano Oswaldo Paya, quien contaba con la financiación de países de la UE, entre otros del español de Jose María Aznar y Estados Unidos para el “proyecto Varela”. Dicha concesión se hizo coincidir con el aumento del bloqueo de Estados Unidos y las sanciones hacia Cuba. En 2005, el premio, fue concedido a las Damas de Blanco, también cubanas, cuyas manifestaciones buscaban desestabilizar el país y de paso conseguir un mayor aislamiento de Cuba en el escenario internacional. El siguiente en la lista, según el Parlamento Europeo, merecedor del Premio Sajarov, en 2010, otro cubano: Guillermo Fariñas, quien se ha definido como víctima del comunismo. Mismo que en 2015 recibió la Medalla de la Libertad Truman-Reagan. Pero si el mensaje de la UE no queda claro a la hora de señalar a Cuba como su enemigo, en 2017, se otorgó el premio Sajarov a la oposición venezolana, recayendo en Leopoldo López, Antonio Ledesma, Daniel Ceballos, Yon Goicoechea, Lorent Saleh, Alfredo Ramos y Andrea González. Los siete han urdido sabotajes, desestabilización y magnicidios fallidos contra el presidente Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Personajes oscuros muy poco afectos a respetar los derechos humanos. A lo cual hay que sumar, en 2019, la decisión de reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. En 2021, la UE ha reculado, dejando a Guaidó al pairo. Aun así, no reconoce validez a las últimas elecciones que dan el triunfo a la coalición gubernamental en la Asamblea Nacional. Nuevamente Borrell: “La UE considera que aquellas elecciones no cumplieron con los estándares internacionales para un proceso creíble y para movilizar al pueblo venezolano a participar […]. La falta de pluralismo político y la forma en que se planificaron y ejecutaron las elecciones, incluida la descalificación de los líderes de la oposición, no permiten que la UE reconozca este proceso electoral como creíble, inclusivo o transparente, ni permiten que su resultado sea considerado representativo de la voluntad democrática del pueblo venezolano”.
No ha sido la última acción de un matón con ínfulas. Una carta enviada a Joe Biden por el aún embajador de la UE en Cuba, Alberto Navarro, fechada el 21 de febrero de 2021, solicitando acabar con el bloqueo y el embargo, desató la furia de eurodiputados que pidieron la destitución inmediata del embajador. Borrell lo llamó a Bruselas y, tras exigirle que se disculpase, pidió perdón, Navarro será cesado tras el verano. Si consideramos que la UE no apoya el bloqueo a Cuba, no se entiende la decisión de Borrell. ¿Contradicción o sumisión a EU? El lector decida.