Los obispos católicos de México y Estados Unidos de las diócesis fronterizas destacaron que para la mayoría de los migrantes la decisión de dejar su país “no está motivada por la indiferencia hacia su patria o la búsqueda de prosperidad económica”, sino que es “una cuestión de vida o muerte”.
Advirtieron que “la situación es aún más difícil para los niños”, por lo que solicitaron que “se dé especial atención a las poblaciones particularmente vulnerables, como los infantes”.
En una declaración conjunta, ante la actual situación migratoria y en el contexto del Covid-19, se pronunciaron por reformas que promuevan una “cultura acogedora para los migrantes, respetando al mismo tiempo la soberanía y la seguridad en nuestros países”.
Asimismo, llamaron a ambos gobiernos, “a los líderes políticos y a la sociedad civil para que trabajen juntos a fin de acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes de acuerdo con su dignidad intrínseca, y a trabajar con otros países para eliminar las causas que obligan a una migración peligrosa e irregular, procurando soluciones a largo plazo”.
Nueve obispos de Estados Unidos y seis mexicanos emitieron la declaración conjunta en el contexto de la crisis migratoria actual y señalaron que “diariamente somos testigos del drama que enfrentan nuestras hermanas y hermanos migrantes”.
El escrito está firmado por Mario E. Dorsonville, obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, y José Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez, Chihuahua, y encargado de la Dimensión Episcopal de Pastoral de la Movilidad Humana.
Sostienen que los desafíos que enfrentan los migrantes requieren “soluciones humanitarias”, pero dejan en claro que los países “tienen derecho a mantener sus fronteras”, porque “es vital para su soberanía y su autodeterminación.
“Al mismo tiempo, todas las naciones comparten la responsabilidad de preservar la vida humana y proporcionar una inmigración segura, ordenada y humana, incluido el derecho de asilo”.