Como es costumbre cada año en viernes santo, abordamos temas relacionados con la religión. Y esta vez, sobre lo que piensan algunos pastores de almas sobre la actual pandemia y la vacuna para controlarla.
En Brasil, 22 por ciento de la población no quiere vacunarse contra el Covid-19. Para ellos el pastor evangelista Valdemiro Santiago les ofrece un remedio mucho mejor: sus frijoles mágicos. Cuestan 165 dólares. El precio aumenta según la gravedad del paciente. La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos recomienda a las personas elegir las vacunas que no sean de Johnson & Johnson. Alegan que durante las etapas de investigación y desarrollo de la vacuna de dicha trasnacional se emplearon células derivadas de fetos abortados. Tal aseveración es falsa. Bioeticistas cristianos del Reino Unido y Estados Unidos denunciaron que científicos británicos de la Universidad de Oxford emplearon células que obtuvieron de un feto abortado hace 50 años para elaborar la vacuna Aztra Zeneca-Oxford. Falso también. El sacerdote brasileño Antônio Firmino Lopes, la emprendió contra los católicos que no van a la iglesia por temor a contagiarse: “Espero que no haya vacuna para estas personas, o que mueran antes de que llegue”.
Joseph Brennan, obispo de Fresno, Estados Unidos, pidió a los católicos “no subirse al tren de las vacunas porque éstas han estimulado a los investigadores a usar materiales moralmente objetables, como las células madre embrionarias”. El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, se sumó al movimiento antivacunas al afirmar que una de ellas “se fabrica con células de fetos abortados”. Sostiene que “el demonio existe en plena pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas”.
El sacerdote Eduardo Tanger, vicario general de la arquidiócesis de Paraná, en Brasil, aprovechó una ceremonia en honor de la virgen del Rosario para hacer un exorcismo contra el Covid-19: “Te expulso, pestífera epidemia del coronavirus, por Dios Padre, omnipotente; por Jesucristo, su único hijo; por el Espíritu Santo, que procede de ambos, para que te alejes de nuestros campos, pueblos, ciudades, de nuestros hogares”.
El papa Francisco, defensor de las medidas y las vacunas contra el Covid-19, aceptó la renuncia de Antonio González, como obispo de Ciudad Victoria, Tamaulipas, quien dijo que “usar cubrebocas es no confiar en Dios”.