La expresión “florecimiento humano” es de Julio Boltvinik (JB), cuya columna Economía Moral leo en La Jornada desde hace incontables años y cuya entrega más reciente (26/3/20) gira alrededor de esta expresión admirable y sugestiva que, además de precisarla dentro del debate entre ética y desarrollo, el ser y el tener, la felicidad y el bien-estar..., mueve a una reflexión profunda donde van encontrando su lugar viejas ideas y sentimientos no sólo consentidos, sino cultivados durante toda una vida, la mía.
Citándolo una vez más: “... en mi nuevo libro desarrollo un enfoque que valora el tener que sirve al ser un enfoque en el centro del cual está el florecimiento humano, el despliegue pleno de las potencialidades humanas”. De donde, en total acuerdo con este principio, despliego mi propia reflexión, ya sugerida en múltiples entregas anteriores del No Sólo de Pan... (que simboliza la parte material) vive el hombre (y permite la subsistencia humana), sino también de una serie de bienes materiales y espirituales que han sido desgranados en más de 200 escritos y que JB hace explotar frente a mi conciencia para darles una unidad conceptual y, por ende, un principio verdadero y sólido de reflexión y acción.
Mi propio libro, encargado hace 15 años por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), llamado Los alimentos que escribieron la historia de la humanidad (actualmente en revisión para su coedición por el citado organismo internacional y alguna editorial mexicana en su versión castellana), analiza el devenir histórico-socio-económico-cultural de las civilizaciones del mundo caracterizadas por sus respectivos alimentos fundamentales; así, el arroz, los diversos trigos, los tubérculos farináceos y el maíz, analizados por las formas de su producción y distribución de sus cosechas, con un capítulo complementario (para cubrir la totalidad de la población humana) sobre el desarrollo de los pueblos no agrícolas, dedicados a la caza, pesca o pastoreo, cuyas proteínas trocaron por los cereales indispensables en la vida humana, nos dan una perspectiva de la prehistoria y la historia humanas de donde han surgido conclusiones impredecibles al comienzo de la investigación y redacción.
Los generosos lectores habrán advertido que una de las conclusiones es la que repite este espacio en todos los tonos sobre la necesidad indispensable de retomar los policultivos para la producción de la alimentación directa de al menos tres cuartas partes de la población mundial y surtir de alimentos sanos a la otra cuarta parte. Sistemas que irían recuperando la biodiversidad de flora y fauna, es decir, a la misma Natura, incluido un género humano saludable y viable. Además de ir recuperando la calidad de Cultura: en pensamientos y actos, ética y política, vida moral y social, en la idea de felicidad emanada del ser y no derivada del tener Recuperar nuestras reflexiones y convicciones de la colonización mental en que hoy naufragan, porque no navegan hacia ningún lado nuestros pensamientos ni discursos. Recuperarnos nosotros mismos, todos y cada quien, no permitiendo nunca más que los nuevos seres crezcan colonizados. Al fin y al cabo, en la historia humana, el deterioro mental y material tiene pocos siglos. Aún es tiempo de luchar.