Una de las pertenecías más preciadas para los amantes de la música es, en primer lugar, los discos (acetato, CD o, en todo caso, casetes), en segundo, las playeras o sudaderas y, por último, que no menos importante: los parches.
En mi caso, este último objeto de culto trae a la memoria una grabación icónica en la escena metalera mundial, que el pasado 25 de marzo cumplió 30 años de su lanzamiento: el disco Arise, de los brasileños Sepultura.
Se trata de un álbum, el cuarto de la banda, donde ya se vislumbraba la evolución sonora que la agrupación que encabezaba Max Cavalera tomaría con discos como Chaos A.D. y Roots, del 93 y 96, respectivamente, aunque ésa es otra historia.
Volviendo al tema, los parches. Un servidor, tras escuchar un par de canciones, que venían de relleno en un casete del Human, de los estadunidenses Death –que después supe que eran Arise y los primeros dos minutos de Altered State–, comprado en el Tianguis del Chopo, quedé fascinado con su sonido y, a mi entender, sembró las bases para una nueva vertiente del metal, con un nuevo sentido rítmico, más groove.
Si bien el éxito del Beneath The Remains, del 89, colocó a los cariocas en los reflectores de la escena mundial del metal, por su fuerza, velocidad y sonido, considero que fue el Arise el que los catapultó, consagrándolos en el panorama underground y abriéndoles paso en el comercial, logrando entrar a listas como la de Billboard.
Influencia para muchas generaciones
Este disco, grabado en los míticos Morrisound Studio, en Tampa, Florida, bajo la batuta del gran Scott Burns y mezclas de Andy Wallace, fue para la banda, en palabras de Max y Andreas Kisser, la oportunidad de hacer un álbum a su gusto, era el momento de mostrar su lado profesional.
El disco ha influido a muchas generaciones de músicos, como Johan Lindstrand, el vocalista de los suecos The Crown, quien nos relató que para él es un gran álbum, incluso, participaron en el tributo Sepultura Feast con el cover de la canción Arise, “Eran buenos tiempos, recuerdo el DVD de Under Siege que salió de esa gira”.
Para generaciones más jóvenes, como la de Svend Karlsson, guitarrista de los daneses Baest, Arise fue el primer disco poderoso de thrash que escuchó, pues al crecer con Metallica y Pantera, el conocer a Sepultura fue algo estremecedor, “¡estos chicos significaban todo, es brutal (el disco) de principio a fin, fue un lanzamiento legendario para los trashers!”.
Francisco Gatica, integrante de legendarias agrupaciones como Ramsés, la agresividad, precisión e innovación describen a esta obra. “El uso de instrumentos autóctonos vino también a colorear de una nueva forma al metal, aportación que les llevó a niveles sónicos que el metal tradicional no había contemplado, redefiniendo su camino”, afirmó.
Arise, trabajo grandioso
Por su parte, Jacobo Córdova, vocalista de Majestic Downfall, que al igual que un servidor descubrió el disco (y en su caso a la banda), en el relleno de un casete, del álbum Slowly We Rot, de Obituary. “Fue la obra que hizo que todos voltearan a ver, a un nivel arriba del underground, que aquí (en Latinoamérica) las cosas se hacían bien y con huevos”, destacó. Para Ron Lusty, vocalista y guitarrista de Lust, fue el primer CD que tuvo, a los 12 años, cuando su mamá le compró un reproductor junto con la grabación, la cual repetía unas 10 veces diarias, “musicalmente, este trabajo marcó mi influencia para formar mi banda”.
Para Javier Partida, baterista de los legendarios Transmetal, se trata de un trabajo grandioso, muy pesado, rápido y contundente. Mientras que para Oscar Clorio, bataco de los míticos Cenotaph, el disco es una demostración de progresión y de un esfuerzo en refinar un sonido que trabajaron desde sus inicios, fue su consagración.
El escritor jalisciense Antonio Ortuño, para quien el álbum es la obra cumbre de la primera etapa de Sepultura, junto a su anterior grabación, dice: “A mí siempre me gustó la inclusión de elementos más groove en las canciones, como percusiones latinas, porque le daba un sesgo único a la banda; se vindicaban como brasileños y lo supieron sumar a su sonido”.
A Enrico Chapela, músico y compositor de música de concierto, el álbum en cuestión fue sumamente importante para él, con su banda de thrash metal Profecía, interpretaron en vivo piezas como Dead Embryonic Cells.
Para el escritor y guionista de cine, el madrileño Salva Rubio, el álbum cuenta, ocultos entre sus notas, con algunos anuncios del futuro tribal e industrial del Chaos AD y, pese a que puede ser considerado un disco de transición, no tiene las debilidades de este tipo de lanzamientos: al revés, acertó a poner un pie en ambos mundos, “como un monstruo que consigue permanecer, mientras dure el disco, entre la agonía de la vida y la oscuridad de la muerte. Un logro, sin duda, arriesgado, valiente y épico”.
¡Ah, el parche! Bueno, pegado en la espalda de un chaleco, la imagen bordada del Yog-Sothoth, personaje del universo lovecraftiano, de Michael Whelan, por el desconocimiento de su lavado, terminó sus días en la lavadora de mi madre.