Ciudad de México. Por los estrechos andenes y pasillos del mercado de pescados y mariscos en la Nueva Viga, desde ayer comenzó a registrarse una mayor actividad para las compras de Cuaresma, la cual se reflejó en la carga vehicular de quienes intentaban ingresar sobre el Eje 6 Sur y que formaban una larga fila hasta el cruce con el Canal de Río Churubusco.
“Ahorita está tranquilo, véngase el lunes, ya no pasa uno; es un tráfico horrible”, advirtió uno de los agentes de tránsito encargado de agilizar la circulación del eje vial frente al acceso al centro de abasto, en el que una lona advierte: “La Nueva Viga es una zona de altísimo contagio por SARS-Cov2 (Covid-19)”.
Personal de administración, supervisión y del mercado, auxiliado por policías preventivos, controlan el acceso, miden la temperatura, dotan de gel antibacterial y, en su caso, cubrebocas a quienes ingresan a pie y en sus vehículos.
Esta semana se determinó restringir el acceso con menores de edad, personas adultas mayores, mujeres embarazadas y un máximo de dos integrantes por familia, por lo que en algunos automóviles con más de dos pasajeros, el resto debía descender y esperar junto al enrejado.
El producto es de más calidad que en otros lados
Monserrat Islas, vecina de la Tláhuac, en la Sierra de Santa Catarina, es clienta asidua y se previno de venir antes de Semana Santa, “porque el mercado se pone intransitable, no camina uno”. Ella visita la Nueva Viga por lo menos una vez cada 15 días y se surte para el consumo personal ya que el producto es de mejor calidad y más fresco.
También cada tres semanas acude Francisco Hernández, aunque al comienzo de la emergencia sanitaria él y su esposa dejaron de venir varios meses, pero volvieron una vez al mes y luego cada 20 días hasta retomar la rutina, movido también por la calidad del producto.
Algo vacíos lucían los pasillos de la nave conocida como el tianguis, donde Santos Beltrán atiende un local dedicado exclusivamente a la venta de ostión en concha y pata de mula, negocio para el que trabaja desde antes de mudarse del antiguo mercado de calzada de La Viga, y confirma que al inicio de la pandemia las ventas bajaron porque la gente tenía miedo a las aglomeraciones y prefería ir a los supermercados, aunque advierte que ya desde antes bajó el consumo, “anteriormente apenas comenzaba la Cuaresma y cada viernes la gente no dejaba de venir”.
Nancy García, en otro de los negocios en el andén D, se da tiempo para explicar a sus clientes la diferencia en la variedad de camarón y hasta en qué platillo se usa, pero admite que la próxima semana, a partir del lunes, la actividad será sin parar desde las 4 de la mañana para abrir media hora después, hasta el cierre de las 6 de la tarde, porque de unas 700 personas que llegan cuando no es temporada, en esta época acuden unas 3 mil.