La capital del estado de Sajonia, Dresden en su denominación alemana, podría considerarse una de las urbes cuya monumentalidad la distingue en el mapa europeo. La belleza arquitectónica barroca la llevó incluso a ser denominada la Florencia del Norte o Florencia a orillas del río Elba.
El Dresde moderno tiene ganado un prestigio como centro cultural y artístico con un gran número de teatros, museos, salas de concierto, coros y la realización de innumerables eventos culturales. Fue residencia real y uno de sus 30 museos alberga la colección de porcelana más grande del mundo. También es famoso el acervo de joyas reales que se encuentra en la llamada bóveda verde y que en 2019 fue objeto de un millonario robo. El misterio que rodea el botín, cuyo paradero se desconoce, ha sido incluso material de series televisivas en el país.
El trágico destino de la ciudad, una vez levantado con ejemplar dignidad de las ruinas tras la destrucción total al final de la Segunda Guerra Mundial, le imprimen un carácter único en el viejo continente.
Si hay un capítulo de la historia reciente de Alemania con respecto a Dresde, y que se encuentra instaurado en la memoria del colectivo alemán, son los bombardeos sufridos en febrero de 1945, a sólo 12 semanas de la capitulación nazi. Este ataque aéreo es uno de los que más polémica ha generado y ha llegado a convertirse en uno de los más tristes ejemplos de los horrores destructivos de una conflagración.
Dresde era una de las ciudades más pobladas en Alemania, con cerca de 650 mil habitantes y de importancia estratégica que en más de cuatro años de conflicto aún no había sido bombardeada.
la Fuerza aérea Británica y de Estados Unidos lo hicieron. Toneladas de bombas lanzadas entre el 13 y el 15 de febrero ocasionaron un inmenso incendio que destruyó totalmente el centro histórico y cobró más de 35 mil víctimas.
En la inevitable caracterización de los ciudadanos de cada país, de acuerdo con su situación geográfica, los oriundos de Sajonia, uno de los 16 estados federados de Alemania ubicado al Este del país –parte de la antigua Alemania Oriental–, son conocidos por su afabilidad y denotada tolerancia.
Es posible que este recurso interno de los pobladores de Dresde contribuyera a la admirable reconstrucción con la imagen de su antigua monumentalidad en cerca de 70 años.
En los tiempos en que Alemania se encontraba dividida, en la otrora Alemania Oriental, Dresde era la segunda ciudad más importante después de Berlín. Ha sufrido lamentablemente al ser cuna de la formación de los autodenominados patriotas europeos contra la islamización, que en el país se conoce como Pegida, movimiento antislámico y xenófobo de derecha alemana que desde 2015 se opone a la inmigración.
Alia Lira-Hartmannm, corresponsal