Personal del Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) denunció que desde hace más de un mes “se disparó el contagio de Covid-19 entre médicos y enfermeras de terapia intensiva, donde enfermó 70 por ciento de los compañeros”.
Lo anterior, señalaron, “se debe, en gran parte, a que carecemos de espacios adecuados para la colocación de nuestros equipos de protección personal. Actualmente, no contamos con un área limpia para cambiarnos ni un área sucia para dejar los equipos contaminados, ni siquiera tenemos una tarja para la desinfección de caretas y lentes de protección”.
En entrevista con La Jornada, enfermeras de ese nocosomio, quienes solicitaron el anonimato, aseguraron: “no sólo tenemos que comprar nuestro propio desinfectante, también hay desabasto de fármacos, como el rocuronio o el vecuronio, relajantes musculares que deben aplicarse a los pacientes intubados”.
Narraron que “hay días en que tienen relajantes musculares, pero no los sedantes, o viceversa. En algunas ocasiones te dan midazolam o propofol, que son sedantes, pero no te dan el relajante porque no hay, así que todos los días hay cambio de medicamentos para el paciente. Uno hace lo que puede, con lo que tiene”.
En semanas recientes, indicaron, “hemos enfrentado una tarea difícil, porque la mayoría de los pacientes de la terapia intensiva son compañeros. Perdimos a personal de enfermería que se infectó en diciembre cuando vino el repunte más fuerte de casos, y la terapia se reconvirtió nuevamente para atender a pacientes Covid”.
Pese a ello, aseguraron, “quedaron inconclusas las obras de remodelación de lo que será una terapia intensiva coronaria, y que era donde podíamos colocarnos los equipos de protección, pero ahora está en obra negra y ni siquiera tenemos un baño ni una tarja que podamos usar. Todos nos cambiamos, entramos y salimos por el mismo pasillo. Es una sola entrada, incluso para pacientes que van a hacerse otros estudios”.
Como enfermeras, afirmaron, “ha sido muy difícil, doloroso y frustrante, ver cómo iban enfermando nuestros compañeros de todos los turnos. Lo peor es cuando fallecen, pese a todos los esfuerzos. Da mucha tristeza pensar que seguimos en esta lucha sin contar con todo lo necesario para dar la pelea contra el Covid-19”.
Además del agotamiento físico, subrayaron, sufren desgaste emocional. “En el hospital nos vemos los compañeros y quisiéramos abrazarnos, darnos consuelo unos a otros. Por eso nos dan coraje las noticias, ver los tianguis llenos de gente sin cubrebocas ni careta, diciendo que están cansados de estar encerrados; nosotros también estamos cansados de estar atrapados en equipo de protección, detrás de una careta, de no poder abrazar a nuestras familias”.
Sin embargo, destacan que “muy pocos, a pesar de las condiciones en que trabajamos todos los días, han dicho ‘abandono el barco’, y aunque a veces lo único que quieres es ponerte a llorar, te das esos cinco minutos y a ponerte el equipo de protección para tratar de dar lo mejor de ti, incluso con el miedo a un contagio, por la rabia de que no te den ni un desinfectante; al final tu vocación, tu convicción, es estar ahí por el paciente”.