A quienes de los laboratorios trasnacionales esperaban una actitud solidaria, un desinteresado aporte a la humanidad, que estuvieran a la altura del terrible momento que vive el planeta, la realidad se ha encargado de ubicarlos, porque se trata de grandes consorcios con el único objetivo de hacer pingües negocios a costillas de la salud mundial y que venden a quienes tengan con qué pagar. Lo demás, es lo de menos, y como los países desarrollados son prácticamente los únicos que cuentan con recursos suficientes para adquirir las vacunas, pues a ellos se les vende. Así de simple, y el resto que se joda.
A lo largo de las últimas semanas se ha documentado cómo los países ricos han acaparado las vacunas y, a la vez, cómo los pobres –que son la mayoría– no tienen acceso a ellas ni forma de enfrentar la pandemia por el Covid-19, de tal suerte que sus habitantes parecen condenados a morir por falta de dinero.
Cierto es que los laboratorios trasnacionales nunca han sido buenos samaritanos y que la investigación y desarrollo de la vacuna implica invertir fuertes cantidades de dinero, pero tal gasto podría ser cubierto y prorrateado por la comunidad de naciones sin fines mercantiles, dada la emergencia que se vive en el marco de una sempiterna desigualdad. Pero a los negociantes les tiene sin cuidado, a sabiendas que la mayoría no puede obtener el medicamento.
No es ocioso recordar lo recientemente publicado por The New York Times, de que “los países prósperos “han vaciado los estantes para el resto. Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y otras naciones hicieron pedidos de vacunas que superan con creces a sus poblaciones, mientras muchas naciones pobres luchan por asegurarse las dosis que necesitan. Aunque muchas naciones pobres tal vez puedan vacunar a 20 por ciento de sus poblaciones en 2021, algunas de las más ricas del mundo han reservado suficientes dosis para inmunizar a las suyas varias veces. Si recibiera las dosis que ha pedido, la Unión Europea podría inocular dos veces a sus residentes, el Reino Unido y Estados Unidos cuatro veces, y Canadá seis”.
Así es: Estados Unidos concentraría alrededor de mil 200 millones de dosis, algo así como 15 por ciento del total requerido por la humanidad. La Unión europea contaría con alrededor de 900 millones, Reino Unido con 270 millones y Canadá con 220 millones. Esos tres países, más la comunidad (con cerca de 10 por ciento de la población mundial) concentrarían 34 por ciento del medicamento.
Pero bueno, todavía hay muestras de solidaridad: “el presidente López Obrador aceptó una reducción en la cantidad de vacunas que debe entregar a México la farmacéutica Pfizer, a fin de que se suministre el antídoto a países pobres. Aludió a la polémica internacional desatada por la concentración de vacunas Pfizer en los países europeos y otras naciones que firmaron contrato con esa farmacéutica, sin que se incluyera a naciones pobres en el suministro. La ONU le ha pedido a Pfizer que baje sus entregas a países con contrato para que se disponga de una cantidad de vacunas y no haya acaparamiento. Vacunas a disposición de los más pobres” ( La Jornada, Juan R. Escudero).
Las rebanadas del pastel
Descarada resulta la operación de la trinca infernal en el sector laboral (armada en plena 4T: la secretaria del ramo, el titular de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y el director de la orquesta, conocido como El Padrino, que no es otro que el papá de la niña, eje del ostentoso conflicto de intereses existente) para privilegiar al grupo que, hace casi un año ya, promovió la huelga en Notimex. Es más que notoria la parcialidad con la que actúa la supuesta “autoridad” sectorial, pues a toda costa pretende dar por “válido” y “legal” el creciente desaseo del grupo demandante, algo en lo que el presidente López Obrador debe fijar la atención si en realidad desea erradicar prácticas que, con la llegada de su gobierno, supuestamente habían quedado en el pasado. De nada sirven los “encuentros fraternales” si al final de cuentas el mandatario encomienda la “solución” del conflicto a la propia Luisa María Alcalde.