Ciudad de México. La urgencia del gobierno calderonista por inaugurar en 2010 obras multimillonarias y fastuosas para celebrar el bicentenario de la Independencia nacional fue lo que ocasionó que la concha acústica del entonces renovado teatro del Palacio de Bellas Artes presentara, desde el principio, “problemas de diseño y de operación que no pudieron ser resueltos por falta de tiempo para realizar análisis y pruebas de concepto”.
Así lo recuerda David Alexander, director general de la empresa Teletec, encargada de construir el artefacto que se les indicó en el proyecto que recibieron al ganar una licitación pública. Tuvieron apenas dos meses para llevar a cabo lo que, en situaciones menos apremiantes, requería al menos unos seis meses, para evaluación de materiales, entre otros aspectos.
En entrevista con La Jornada, el empresario aclara que no fue de ellos la idea de una concha acústica monumental, cuya necesidad de remplazo se está evaluando ahora, pues “es un riesgo de protección civil”, según declaró hace unos días Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).
“Desde el día uno nos opusimos al peso y sus dimensiones faraónicas que la hicieron compleja y poco práctica, aunado a la falta de experiencias de los diseñadores en un sistema de estas características.
“Aclaro que acústicamente la concha es muy buena. Entiendo que se le dio prioridad a esto sobre cualquier otra consideración. Nosotros comentamos nuestras inquietudes a las autoridades, pero nos dijeron: ‘adelante’”, puntualizó el director del Teletec.
Se usó tecnología anticuada
En 2010, las autoridades del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes propusieron la renovación de la maquinaria teatral del máximo recinto cultural del país por considerarla “obsoleta”. El cambio también quedaría bien para sumarse a los festejos del Bicentenario. Los trabajos duraron dos años y el presupuesto, que al principio se anunció sería de 400 millones de pesos, se incrementó a casi 700 millones.
Los expertos que se encargaron del diseño de la concha acústica (entre ellos el escenógrafo Phillippe Amand, asesor principal) la imaginaron para “elevar exponencialmente las posibilidades de crear ilusiones teatrales”, como se explica en un libro conmemorativo publicado por el Inbal.
El despacho de los arquitectos Claudio y Christian Gantous realizó el diseño sobre los planos y especificaciones propuestas por el experto en acústica Christian Escurdia. Se quería que la nueva concha “ya no viviera en el escenario como la anterior, que se recorría al fondo y estorbaba; la nueva ahora se podrá guardar debajo. Se busca convertir el escenario del palacio en el espacio más representativo de la vida cultural de México, con tecnología teatral de punta”, explicaron los arquitectos a este diario el 19 de enero de 2011.
Fue así como se ordenó a Teletec la construcción de una estructura cóncava “que ‘abraza’ a la orquesta para optimizar la proyección del sonido. Para su diseño se tomó el interior del mecanismo de un piano con sus cuerdas y martillos como referente para diseñar la pieza y darle un ritmo visual. De forma práctica, la concha acústica se constituye de paneles que crecen de manera telescópica en tres etapas, lo que la hace fácil de almacenar. El plafón también es plegable”, se explica en el libro del Inbal, entonces dirigido por Teresa Vicencio.
La concha acústica tuvo un costo de 20 millones de pesos y las ventajas que trajo al recinto, de acuerdo con Teletec, son “que se liberaron los desahogos del escenario, que son muy escasos. Con los 12 metros de altura tiene características acústicas ‘mejores’ que con los nueve que se usan normalmente, entre comillas, porque es una ganancia marginal desde mi punto de vista.
“Al diseñarla con materiales muy pesados, la concha es acústicamente muy eficiente, pero se pudo lograr lo mismo con materiales más avanzados e incluso mas económicos. Las desventajas son el largo tiempo de montaje: aun corrigiendo el peso y mejorando los sistemas, sería de unos 45 minutos.
“Se diseñó y construyó con tecnología anticuada, por lo que cada módulo acabó pesando más de dos toneladas, y sí, el peso daña el piso de escenario, además de que su mantenimiento es caro y complejo. Pareciera que hicimos mal nuestro trabajo, pero no, hicimos lo que se indicaba en los planos y lo entregamos a tiempo.”
Reinauguración cercada
Felipe Calderón asistió a la reinauguración del teatro del Palacio de Bellas Artes el 19 de noviembre de 2010, en una velada a la que, por cierto, los invitados al concierto tuvieron que ingresar tras pasar varios retenes y, como nunca, con el recinto cercado por el Estado Mayor Presidencial.
El director de Teletec detalla que la licitación pública para la construcción de la concha acústica se lanzó cuando ya se llevaban casi dos años de trabajos en el teatro del palacio.
“Se decidió hacer la estructura nueva cuando faltaban cuatro meses para la reinauguración. Nos inscribimos varias empresas. A la distancia pienso que fue una licitación mal hecha, porque no se pedía comprar una concha acústica, sino fabricar una estructura forrada con madera, por lo que participaron personas que hacían manufactura de aluminio. Los únicos que más o menos entendimos qué querían fuimos nosotros y por eso ganamos, las otras empresas no entendieron, sólo veían un monstruo de aluminio forrado de madera.
“El diseñador acústico dijo que tenía que tener un mínimo de kilos por metro cuadrado para que la concha funcionara. Cuando comenzamos la construcción hicimos pruebas de esfuerzo, con el diseño como indicaban los planos, y no aguantó, se desprendieron paneles, tuvimos que reforzar.
“Hicimos comentarios a Phillipe Amand de que la concha era muy pesada e iba a dañar el piso. A su vez, él hizo una carta dirigida a las autoridades del Inbal, pero ya no supe qué le respondieron. Entonces solicité que se me confirmara si el diseño estaba bien, y me dijeron que sí, que los diseñadores tenían toda la experiencia y que siguiera adelante.
“De hecho, en estos 10 años hemos tenido que cambiar las llantas de la concha un par de veces, porque no soportan el peso; también la primera capa del piso se ha tenido que cambiar. Es un drama por todos lados, manejarla es muy complicado. Pero funciona. En general, los equipos que se instalaron hace una década, se utilizan para unas 500 funciones anuales.
“Antes de la pandemia, el teatro del Palacio de Bellas Artes era uno de los espacios con más programación en América Latina y no se ha cancelado en 10 años ningún acto por problemas del sistema.”
El proyecto original de renovación del Palacio de Bellas Artes incluía, en efecto, hacer todo el cambio del sistema eléctrico del recinto (que recién se sustituyó), concluye David Alexander, “pero en 2010 por falta de recursos, eso no sucedió. Incluso se iban a remodelar camerinos y otras áreas. Pero dijeron que sólo alcanzaba para la rehabilitación de la sala”.