El Premio Goldman, considerado como un Nobel ambiental, fue otorgado este año a Leydy Pech Martín, comunera y apicultora maya de Hopelchén, Campeche.
El galardón destaca su participación en la oposición a la siembra de transgénicos, un esfuerzo de Muuch Kambal, organización de mujeres mayas de la que Leydy Pech es parte, y el Colectivo de Comunidades Mayas de los Chenes, con el apoyo del equipo Indignación, Greenpeace y otras organizaciones. Lograron, en una lucha que llegó hasta la Suprema Corte, la suspensión y luego cancelación de un permiso a Monsanto de siembra de soya transgénica en 235 mil hectáreas, no sólo en la península de Yucatán, sino en siete estados de México. “No ha sido sólo una lucha contra Monsanto, sino contra todo el modelo de desarrollo agroindustrial que nos está perjudicando” declaró Pech (https://tinyurl.com/y47ld6mf).
Pese al reconocimiento internacional y aunque el permiso a Monsanto fue cancelado, algo que un tribunal reafirmó en 2020, el gobierno no ha hecho nada para fiscalizar que no se siembre soya transgénica en la península u otras regiones. Este 3 de diciembre, comunidades mayas junto a Greenpeace, Indignación y Cemda denunciaron que hay sospechas de que se ha sembrado soya transgénica y además maíz transgénico tolerante a glifosato, lo cual también es ilegal por estar suspendida su siembra desde 2012 por una denuncia colectiva vigente. Presentaron una denuncia popular ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Senasica, exigiendo inspección y vigilancia en varias áreas (https://tinyurl.com/y35rh7vu).
El premio Goldman se otorga a individuos que a menudo están en riesgo por sus luchas ambientales. Además de reconocer su trabajo, es una forma de alertar a la opinión internacional sobre las amenazas que sufren. Leydy Pech merece todo reconocimiento, pero, como ella enfatiza, es parte de una lucha colectiva, desde la comunidad, con la participación constante de otras mujeres mayas, apicultores y campesinos, en una defensa que abarca todo el territorio, bosques, ríos y sus formas de vida tradicionales, algo que muchas otras comunidades y organizaciones comparten.
En una entrevista realizada por Gloria Muñoz Ramírez, Leydy Pech explica que las agresiones a la vida y territorio de las comunidades mayas se han multiplicado y ampliado. Dedicada a la cría de abejas nativas (meliponas), sabe muy bien, por su experiencia directa, que la integridad del bosque y de todo el territorio es esencial para la salud de las abejas, además de ser parte fundamental de la vida, la economía y los valores de las comunidades mayas.
En la última década, nos dice, el avance de la agricultura industrial ha causado enormes áreas de deforestación –Campeche es el estado con mayor deforestación en México– y grave contaminación de suelos y agua con agrotóxicos,que dañan la salud de personas, animales, plantas medicinales y cultivos tradicionales.
Con ello aumentó también la fumigación con glifosato y otros agrotóxicos usando avionetas, que matan mucho más que las hierbas. La deriva de tóxicos ha provocado casos de mortandad de abejas e impacta también en las comunidades. “Además de que el veneno va a los acuíferos, lo estamos respirando” alerta Pech (https://tinyurl.com/y4vgqn8c).
Es importante recordar el contexto de esta situación. Además de no realizar las tareas de fiscalización a las que está obligado para impedir las siembras ilegales de transgénicos, el gobierno impulsa el mal llamado Tren Maya contra la voluntad de muchas comunidades y apelando a simulaciones de “consulta” que no cumplen con los derechos que tienen las comunidades indígenas establecidos en Naciones Unidas.
Ese megaproyecto, lejos de la imagen idílica y falsa que presenta el gobierno de que solo será un tren que circula sobre carreteras que ya existen, es una pieza clave para aumentar exponencialmente el avance del tipo de desarrollo agrícola e industrial que denuncia Pech y que amenaza las formas de vida y subsistencia mayas tradicionales.
Como explica la organización internacional Grain en un artículo sólidamente informado, no se trata de un tren, sino de un modelo de “acaparamiento multimodal de territorios” (https://tinyurl.com/y6r6fplk), que va sobre los territorios de las comunidades mayas para desplazarlas o desgranarlas para servir a un modelo industrial y empresarial, donde en el mejor caso serán trabajadores mal pagos o migrarán a serlo en otra parte.
Las grandes instalaciones de cerdos que envenenan el agua de los cenotes y crean nuevas pandemias (https://tinyurl.com/yxakg235), el avance de instalaciones agrícolas y graneleras como las de la empresa Enerall, fundada por Alfonso Romo y ahora administrada por su familia, que tapó intencionalmente un cenote (https://tinyurl.com/vgp2nfe), las mega instalaciones industriales de energía que desplazan a las comunidades, las grandes áreas de monocultivos de transgénicos ilegales y de cereales con agrotóxicos, los desiertos verdes de monocultivos de palma aceitera, todo esos negocios aumentarán al ser facilitados por el Tren Maya.
Este premio Goldman es un reconocimiento a una justa lucha. Muestra también que las comunidades saben qué vida quieren, que luchan por ella, y que no es el modelo que promueve el Tren Maya.