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Nación Comca’ac regula cacería del borrego cimarrón en Punta Chueca

Denuncia gobernador tradicional hostigamiento de intermediarios

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▲ Un integrante de la Nación Comca’ac, en Sonora, quien se desempeña como guía, junto a un ejemplar de borrego cimarrón. El indígena seri se encarga de trasladar a los cazadores hacia la isla del Tiburón, hábitat del animal, y de asegurarse que la práctica se realice con respeto a la naturaleza.Foto Cristina Gómez Lima
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 30 de marzo de 2025, p. 21

Punta Chueca, Son., En la inmensidad del desierto sonorense y la brisa salina del Mar de Cortés, la Nación Comca’ac enfrenta un desafío que trasciende generaciones: la defensa de su territorio, su autonomía y sus recursos naturales.

Al frente de esta lucha se encuentra Jesús Alfredo Félix Segovia, el gobernador tradicional más joven en la historia de ese pueblo, quien denuncia hostigamiento y amenazas de grupos externos que buscan el control de la cacería de borrego cimarrón, la principal fuente de ingresos de la comunidad.

Cada año hay extranjeros que pagan entre 50 mil y 60 mil dólares por un permiso para realizar esta práctica en territorio Comca’ac; además, en subastas realizadas en Nevada, Estados Unidos, dichas licencias pueden alcanzar 200 mil dólares.

Sin embargo, el actual gobierno tradicional, que inició hace siete meses, ha impuesto nuevas reglas para garantizar la sostenibilidad del ecosistema, las cuales deberán respetarse en la próxima temporada de caza que comienza en noviembre.

No estamos en contra de la cacería, pero debe hacerse con responsabilidad. Únicamente se permite la extracción de machos adultos que ya no entran en el ciclo reproductivo y con un cupo limitado de 15 ejemplares por año, explica Félix Segovia en entrevista para La Jornada.

El problema radica en que por décadas nuestros recursos han sido explotados de manera injusta por intermediarios que se han beneficiado a costa de nuestra gente, recalca.

El borrego cimarrón, especie emblemática de la región, es el eje de una industria cinegética que ha generado enormes ingresos, pero que durante años, explica, dejó fuera a la Nación Comca’ac, que es la verdadera dueña del territorio.

Antes, un operador externo monopolizaba la actividad, pagando una miseria a nuestros guías y apropiándose de los beneficios.

El modelo anterior no sólo era injusto, dice, sino que atentaba contra la dignidad de nuestra gente. Se impedía incluso que los guías pudieran alimentarse y tomar agua durante las largas jornadas de cacería.

Con el cambio de administración se cortaron los vínculos con estos intermediarios y se estableció un nuevo esquema basado en la conservación y el respeto por la fauna, lo que ha provocado inconformi-dad entre quienes solían manejar la cacería de manera discrecional.

Félix Segovia denuncia que un grupo ajeno a la tribu seri, con intereses en la explotación de los recursos, ha intentado destituirlo a través del consejo de ancianos, una instancia que, de acuerdo con sus costumbres, debe actuar de manera colegiada y en beneficio de toda la comunidad.

Uno de sus miembros intentó removerme del cargo sin el consentimiento de los otros cuatro líderes, violando nuestra democracia interna, explica.

El grupo opositor, indica, cuenta con aliados que han intervenido en el pueblo a lo largo de los años. Una mujer que administraba recursos para despensas y medicinas ha manipulado a la gente y socavado nuestra autonomía.

También afirma que un operador de cacería externo que trabajó con la etnia, ha emprendido ataques mediáticos (contra él). Pero, no vamos a permitir que sigan inter-viniendo en nuestras decisiones.

A pesar de la presión, la comunidad mantiene firme su propósito de autogestión. Estamos listos para recibir a empresarios interesados en nuestra tradición cinegética, siempre y cuando respeten nuestras normas y medio ambiente, afirma.

La isla del Tiburón, el territorio insular más grande de México, es un sitio sagrado para la Nación Comca’ac. Durante siglos, ha sido su refugio en tiempos de persecución y exterminio, su fuente de sustento a través del turismo y la caza regulada, así como una zona sagrada donde descansan sus ancestros.

El respeto por la naturaleza es uno de sus principios. Tomamos sólo lo que necesitamos, porque en ella hay vida; somos conservadores y amorosos, enfatiza Jesús Alfredo.

Esta filosofía ha permitido la recuperación de la población de borregos cimarrones, cuya última estimación en territorio continental de Sonora supera 3 mil ejemplares, según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

El penúltimo mes de este año empezará una nueva temporada de caza, y con ello, la aplicación de un modelo económico basado en la conservación, la dignificación del trabajo de los guías y el respeto por la autonomía del pueblo.

Queremos una nación en paz, tranquila y en armonía con su medio ambiente y consigo misma, concluye el gobernador.