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Encontrar a Vlady fue la linterna que me indicó el camino, afirma Siegrid Wiese

Acomodé su obra a mi espíritu, asegura la pintora oaxaqueña // El centro dedicado al artista ruso-mexicano aloja la muestra Coloquio de los pinceles

 
Periódico La Jornada
Domingo 30 de marzo de 2025, p. 2

Desde el primer momento en que la pintora oaxaqueña Siegrid Wiese (1980) conoció la obra del artista ruso mexicano Vladimir Kibálchich Rusakov (1920-2005), Vlady, vio reflejado en ella su propio espíritu. Fue algo mágico; la impactó y marcó tanto, que decidió tomarlo como maestro y gurú.

Encontrar a Vlady fue como una linterna que me indicó el camino, porque los 25 años que llevo de pintar siempre habían sido de búsqueda y experimentación. Sé hacia dónde quiero ir; sin embargo, a veces no sé cómo. Vlady me dio esa claridad, señala a La Jornada con motivo de Siegrid Wiese y Vlady: Coloquio de los pinceles, exposición montada en el Centro Vlady, recinto perteneciente a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Además de arrojo y trazo seguro, Wiese se percató de que las cosas se pueden hacer desde el alma, que tienen mucho valor y pueden llegar a grandes escenarios, como la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Me dio mucha fe ver a Vlady en esos muros grandísimos. Como no me identifico con la escuela oaxaqueña, siempre me he sentido como un bicho raro. Encontrar a Vlady fue ¡guau!, claro, sí hay personas que han hecho las cosas desde adentro y que las llevan a esos niveles.

La primera vez que Wiese vio la obra del pintor fue en un libro en la biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca; le voló la cabeza. Realizaba una investigación sobre el muralismo al fresco, porque le habían invitado a hacer un mural en Polonia con su maestro de fresco, Jesús González Gutiérrez. En cuanto pudo, viajó a la Ciudad de México para conocer la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Fue una experiencia muy emotiva. Se me salieron las lágrimas. Pude sentir mi alma en la obra de Vlady. He regresado muchas veces. Después, supe de la existencia del Centro Vlady, relata.

Establecer una conexión tan fuerte con la obra de otro pintor no es del todo común: Acomodé la obra de Vlady a mi espíritu porque tenía otro tipo de ideas. Siento que todos los artistas pintamos lo que somos. Encontré una vibración muy importante de espíritus cuando él hacía su obra. Era algo auténtico, sin ganas de comercializarlo. Vender no era prioridad, algo en que coincido. Vlady quiso dejar constancia de una etapa en México, lo que percibió.

Wiese siempre dice que su obra es evidencialista, corriente artística de su creación que pretende dejar testimonio de la situación emocional y espiritual del tiempo que me tocó vivir. Su obra tiene que ver con la “espiritualidad; ese es el reto. Quiero pintar algo que no es tangible, ni se ve, sino que es la comunicación con lo de arriba, llámale dios, cosmos, como quieras. También siento que somos la conexión de lo de abajo con lo de arriba. Quiero hacer visible eso que no vemos, pero sabemos que existe. No es un tema fácil.

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▲ La exposición alterna obra de Vlady y de Wiese, entre pinturas, cuadernos de dibujos y bocetos.Foto cortesía de la artista

“Al encontrar la obra de Vlady, vi esa veredita que me llevaría para allá. Tal vez él no lo hizo con esa intención; sin embargo, siento que eran mensajes para mí. Encuentro respuestas en su obra. Cuando algo me hace dudar, recurro a su obra y digo: ‘claro, es por aquí’.”

Comparten el tema erótico

Sin tapujos, Wiese afirma, quiero retomar la forma en que Vlady pintaba, pero con mi voz. Lo que sigue es aprender a hacer mis propias pinturas, porque Vlady decía que antes de ser artista, tenías que ser pintor. Esa es mi frase de línea ahorita para seguir adelante. He trabajado la técnica veneciana, tal vez no como Vlady, porque desde un principio tuve un maestro que me enseñó a trabajar el óleo empastado, luego las veladuras.

Coloquio de pinceles alterna obra de Wiese con la de su maestro. Se trata tanto de pinturas como cuadernos de dibujos y bocetos. Está el interés por mostrar la obra de la pintora antes y después de su encuentro con el ruso-mexicano.

La pareja de expositores también comparten el tema erótico; además, la pintora tiene varios años de organizar un festival de arte erótico en Oaxaca, que lleva siete ediciones. La muestra del Centro Vlady comprende también una parte de ese encuentro, ya que incluye obra de algunos artistas asiduos, como Raúl Herrera, George Mead Moore, Beatriz Russek y Jesús González Gutiérrez, además del poemario La mujer del umbral, de Araceli Mancilla.

De niña, dibujar y pintar representaban el punto de fuga de Wiese: Es como un viaje a no sé dónde, algo que quiero transmitir en mi obra. En ese entonces, como no había carrera de artes plásticas en Oaxaca, la joven se inscribió en el Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, que era muy libre, con clases de cerámica, dibujo con modelo, pintura y grabado. Allí conoció al pintor Niccias Miguel Ardijis, otro de sus maestros. Nos dimos cuenta de que queríamos hacer algo diferente a lo que se hacía en Oaxaca; entonces, decidimos abrir un taller juntos, el Taller 910, por el número de la calle Porfirio Díaz en que se encontraba.

Siegrid Wiese y Vlady: Coloquio de los pinceles permanecerá hasta el 23 de mayo en el Centro Vlady (Goya 63, colonia Insurgentes Mixcoac). Como actividades paralelas, el 24 de abril se presentará el libro En busca de Laurette Séjourné, de la pintora surrealista y escritora Susana Wald. En mayo, Jesús González Gutiérrez ofrecerá un curso de pintura al fresco.