l 13 de febrero, cerca de las 12:30, una camioneta en que viajaban Wilfrido Atanacio y dos vecinos de El Platanillo Santo Domingo fue emboscada, en la zona entre Santo Domingo Petapa y San Juan Mazatlán, Oaxaca. Los pistoleros, pertenecientes al grupo armado El 33, asesinaron a balazos a Wilfrido, a Victoriano Quirino y Abraham Chirino.
El 11 de febrero, a las 22 horas, hombres armados incendiaron las maquinarias y detuvieron a los operadores que construían el camino que comunicará a San Antonio del Valle con San Juan Guichicovi. Cortaron los paneles solares y bloquearon la vía de terracería que permite trasladarse a la cabecera municipal.
La escalada estaba en marcha. El 12 de febrero, a las 8 horas, sujetos con armas de grueso calibre de uso exclusivo del Ejército, provenientes de la comunidad de Santo Domingo Petapa, ingresaron a la comunidad de San Juan Mazatlán, Mixe, cerca de la localidad de Loma Santa Cruz, y agredieron y privaron de la libertad a familias enteras.
La retención a los trabajadores del Camino del Bienestar fue informado al gobierno de Oaxaca, pero no fue atendida. También se denunciaron infructuosamente agresiones a Loma Santa Cruz, Rancho Juárez, Los Valles y San Antonio del Valle.
Sólo Wilfrido Atanacio pudo ser sepultado en su poblado. Los criminales impidieron la entrada a la comunidad de los cuerpos de Victorino Quirino y de Abraham Chirino. Sus dolientes tuvieron que velarlos en un domicilio de Matías Romero. Los muertos de El Platanillo pertenecen a la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni).
Estas agresiones forman parte de una cadena. El 21 de enero, se encontró el cadáver tiroteado de Arnoldo Nicolás Romero, comisario ejidal de Buena Vista, Mixe, San Juan Guichicovi, en el Istmo de Oaxaca, y delegado de Ucizoni en Buena Vista Guichicovi. Por si fuera poco, 13 ejidatarios de Mogoñé Viejo (campamento Tierra y Libertad), o de la colonia Rincón Viejo Petapa y tres activistas de la organización (dos mixes y un zoque), encaran procesos penales por su resistencia al despojo.
Desde hace más de 40 años, Ucizoni tiene su mayor presencia en el Istmo de Tehuantepec, la parte más estrecha de México. Hoy reúne a 65 pueblos indígenas. Independiente de los partidos políticos y las iglesias, confluyeron en su formación el florecimiento de la reconstitución de los pueblos indígenas por la vía comunitaria, el espíritu de los ferrocarrileros vallejistas y el renacimiento del magonismo. La organización ha desempeñado un papel central en la resistencia al Tren Interoceánico y la edificación de los Polos de Desarrollo, como lo tuvo en la oposición al Plan Puebla-Panamá en tiempos de Vicente Fox.
En su nacimiento, enfrentó a cacicazgos salvajes en Oaxaca y Veracruz –muchos ganaderos– que se apropiaban a la mala de la tierra de los campesinos, explotaban la madera de los bosques, compraban sus cosechas de café a precio de hambre, trataban despóticamente a los indígenas, al tiempo que controlaban el transporte, los molinos de nixtamal, la venta de medicinas y los recursos gubernamentales. Su lucha permitió la recuperación de más de 30 mil hectáreas y la asociación autónoma de pequeños productores. Ha sido herramienta para articular la resistencia al pago de tarifas injustas de luz y la recuperación de las semillas de maíz criollas.
Como ha narrado su asesor Carlos Beas, dos momentos son claves en su fundación. La primera Asamblea Regional de Autoridades Comunitarias, el 20 de agosto de 1983, en la comunidad ayuujk, de Río Pachiñe Guichicovi, con la participación de 53 representantes de pueblos y 11 autoridades comunitarias, mayoritariamente mixes y zapotecas. Y su fundación formal, el 20 de junio de 1985, en una vivienda en la calle Aquiles Serdán, en Matías Romero.
A diferencia de muchas organizaciones oaxaqueñas nacidas en la primera mitad de los años 80, la Ucizoni ha sobrevivido a la represión y a los intentos gubernamentales por cooptarla. Es notable el enorme peso que tienen las mujeres en su conducción. Sus actuales presidenta, secretaria general y tesorera son compañeras.
La unión es un referente obligado en la construcción del nuevo movimiento indígena nacional y latinoamericano. Como escribió Francisco López Bárcenas aquí: En agosto de 1989, cuando en México se comenzó a hablar de los derechos de los pueblos indígenas, la Ucizoni convocó al primer Encuentro Internacional en la materia, en Matías Romero, al cual asistieron más de 100 organizaciones de 17 estados de la República, además de representaciones internacionales. Ahí se nombró la delegación mexicana que asistió al Encuentro Continental de Pueblos indígenas, del 10 al 12 de octubre de 1989, en Colombia, donde se acordó la Campaña 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular
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En octubre de 1992 se movilizó en repudio a los festejos que los gobiernos de Iberoamérica pretendían realizar por el descubrimiento
de América. Se solidarizó con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y participó en los diálogos de San Andrés. “Fueron fundadores –señala López Bárcenas– del Congreso Nacional Indígena (CNI) y de la ANIPA de las cuales se separaron, aunque con la primera mantienen relaciones de solidaridad”. Su presencia en las grandes jornadas de lucha en Oaxaca durante los últimos 40 años ha sido notable.
Los ataques contra la comunidad de El Platanillo y la negligencia del gobierno estatal para evitarlos indican el nivel de descomposición política que se vive en la entidad, pero, también intento de doblegar y desarticular a una organización que ha sido un baluarte en la defensa de la tierra y los territorios indígenas. La muerte allí no debe tener permiso.
X: @lhan55