Editorial
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Milei: ¿punto de inflexión?
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urante los últimos tres días han salido a la luz datos que no dejan dudas acerca de la participación directa y consciente del presidente argentino Javier Milei en el fraude de la criptomoneda $Libra, con el que asesores y conocidos suyos se apoderaron de alrededor de 100 millones de dólares en el transcurso de pocas horas y causaron a decenas de miles de inversionistas incautos pérdidas que podrían alcanzar 4 mil millones. Se ha sabido, por ejemplo, que el mandatario se reunió con varios de los estafadores desde octubre pasado y uno de ellos reconoció que lo asesora en materia de divisas digitales. El fundador de la empresa que lanzó el token estuvo al menos siete veces en la sede del gobierno con Karina Milei, hermana del presidente, a quien él mismo denomina el verdadero jefe de su administración. Por ello, dentro y fuera del país se han presentado decenas de querellas penales por parte de los afectados, mientras la oposición al neofascista busca realizarle un juicio político.

Milei no pidió disculpas tras ser descubierto estafando a sus compatriotas con un inexistente proyecto para incentivar la economía argentina y fondear pequeñas empresas y emprendimientos. Por el contrario, culpó a las víctimas al asegurar que quienes entraron sabían muy bien adónde estaban entrando y que quien va al casino y pierde dinero no tiene nada de qué quejarse. Resulta muy llamativo que ahora llame juego de azar a lo que apenas el viernes glorificaba como un ejemplo del crecimiento de la Argentina liberal. Asimismo, es revelador que el anarcocapitalista, fanático defensor del libre mercado, reconozca las inversiones que él mismo promueve como un casino, es decir, como un esquema de saqueo permanente en el que se ilusiona a las masas con la posibilidad de enriquecerse cuando todo mundo sabe que siempre gana la casa, o lo que es lo mismo, los dueños de grandes capitales.

La falta de remordimientos, la revictimización, la ausencia de empatía, la mentira compulsiva y la manipulación desplegadas por Milei a lo largo de este escándalo refuerzan las afirmaciones de que el actual inquilino de la Casa Rosada posee rasgos sicopáticos. Otras señales en ese sentido se remontan a sus tiempos de panelista de televisión, cuando afirmaba comunicarse y obtener asesoría de su perro muerto a través de un médium. Esto, que podría considerarse una anécdota, cobra otro cariz a la luz de hechos posteriores, como la fiesta que organizó en la residencia oficial para agasajar a sus héroes, los 87 diputados que le permitieron vetar un magro aumento el equivalente a 250 pesos mexicanos en las jubilaciones en momentos en que el poder adquisitivo de las pensiones se había desplomado debido a sus políticas.

El hecho es que, además de los daños financieros a las víctimas directas, la estafa auspiciada por el titular del Ejecutivo provocó una caída de 5.58 por ciento en el principal índice bursátil y alejó a los inversores institucionales del mercado de bonos. Se descuenta que en los próximos días aumentarán los impactos, pues ayer hubo feriado en las plazas financieras estadunidenses, donde se determina, por ejemplo, el riesgo país, lo cual podría generar un círculo vicioso de inestabilidad y desconfianza en lo único que parece importar a Milei: el aplauso de los mandamases de las corporaciones y los organismos multilaterales controlados por Washington.

En las elecciones legislativas de octubre próximo el pueblo argentino tendrá la facultad de decidir si prosigue e incluso se fortalece el proyecto mileísta de rapiña institucionalizada mediante el desmantelamiento de los bienes comunes y el uso de los cargos públicos para el enriquecimiento personal, o si pone alto a este demencial ejercicio del poder y construye una alternativa solidaria e incluyente. Lamentablemente, las tendencias actuales dejan poco espacio para el optimismo, pues la práctica totalidad de la clase media y un sector importante de las populares continúan atrapados en el discurso de egoísmo, xenofobia e individualismo patológico propalado por el estafador que llevaron a la presidencia, pero no debe descartarse la posibilidad de que la magnitud del criptoescándalo cree una fisura en la imagen del émulo austral de Donald Trump.