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Claves para enfrentar el trumpismo
U

no. No importa quién llegue a la Casa Blanca, presidentes demócratas y republicanos desarrollan por igual políticas que favorecen los intereses estratégicos y de seguridad nacional de las clases dominantes, del Pentágono, las industrias militares y del imperialismo estadunidense, con las variantes y los giros discursivos de cada gobernante. Recordemos, por ejemplo, que Obama deportó a 2 millones 768 mil 357 migrantes sin documentos, esto es, 40 por ciento más que su predecesor Bush, e involucró a su país en la estrategia de guerra permanente, asimétrica y de amplio espectro, duplicando el número de países en que Estados Unidos ejecuta operaciones clandestinas de las fuerzas especiales, manteniendo la infernal e ilegal prisión de Guantánamo, en territorio cubano, y respaldando los golpes de Estado blando en Honduras, Paraguay y Brasil. Este Premio Nobel de la Paz (sic) defendió el derecho a llevar a todos los confines del mundo la guerra de su país contra sus adversarios, bajo la peregrina idea de que Estados Unidos es la única nación indispensable que existe en el planeta, y de que a partir de ser un creyente fervoroso del excepcionalismo estadunidense, es posible utilizar la fuerza militar unilateralmente cuando nuestros intereses esenciales así lo requieran.

Dos. Trump, en el marco de lo que se ha denominado el oscurantismo estadunidense, expresa la estridencia, la barbarie, la vulgaridad, lo grotesco, incluso la ilegalidad, en la esfera de la política, siendo el primer presidente con antecedentes penales por graves delitos comprobados. Trump representa las posiciones antiabortistas, antidiversidad sexual, de una estructura familiar en la que se le permite todo al macho, incluyendo sus obscenidades públicas, y las mujeres no hacen más que apoyarlo porque encarna el modelo familiar del presidente. Los simpatizantes de Trump forman parte de esa población amorfa de ciudadanos descrita por Morris Berman en su libro Edad oscura americana: la fase final del imperio (2008), marcada por la religiosidad providencial y fundamentalista, la ignorancia ignorada, esto es, no reconocida, incluso negada, los prejuicios racistas y la creencia en una jerarquía racial; producto todo ello de la atrofia del sistema educativo y el pensamiento crítico y la racionalidad; el narcisismo e individualismo exacerbados y el patriotismo estadunidense forjado en el expansionismo territorial y en la ideología de pueblo escogido por la Divina Providencia del destino manifiesto y la visión dicotómica del mundo, entre buenos y malos, perdedores y ganadores; características que unificadas e intensificadas, en coyunturas electorales o de crisis, conforman el terreno fértil para demagogos como Trump, quien expresa de manera pública y a través de los decretos ejecutivos de sus primeras semanas en el gobierno, las ideas que mantiene esta población, abierta o soterradamente.

Tres. Trump tiene todos los rasgos de un fascista: su nacionalismo exacerbado, su misoginia, su política antimigrante, su xenofobia. El fascismo –no hay que olvidarlo– es una herramienta del capital financiero que se emplea cuando se considera que es indispensable apretar las tuercas para imponer o fortalecer su dominación y control, es el terrorismo de la burguesía, la violencia extrema aplicada a la dominación y la explotación de clase, en la que no se respeta ningún derecho, nacional o internacional, e incluso puede tener lugar un genocidio, como el del pueblo palestino por el régimen sionista, sin que organizaciones internacionales –como la ONU–, intervengan y detengan a los responsables. Es un hecho que se ha logrado vaciar de contenido al conjunto de organismos internacionales creados en la segunda posguerra, siendo EU el principal responsable de esta situación, junto con Israel y sus subalternos europeos.

Cuatro. Es una burlesca ironía que Trump refiera al terrorismo de los grupos delincuenciales, cuando este país ha utilizado sus fuerzas armadas en centenares de acciones abiertas o encubiertas que sólo pueden ser consideradas como terroristas, a través de un gigantesco aparato de bases y enclaves militares distribuido por todos los ámbitos planetarios, contando con la estrecha colaboración de los aparatos de represión de sus aliados europeos y de aquellos países que aceptan la existencia de enclaves militares o de inteligencia en sus territorios, contabilizándose 867 bases militares, además de la desinteresada ayuda que presta el Departamento de Defensa estadunidense en el adiestramiento de las fuerzas armadas de otros países, incluyendo las de México, desde abril del año pasado, a solicitud presidencial y con anuencia del Senado.

Cinco. Demócratas o republicanos, es el terrorismo global de Estado el que EU intenta imponer con violencia extrema, que debe ser enfrentado con la fuerza organizada de naciones, pueblos y estados progresistas en defensa de la humanidad y la vida en el planeta.