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México festejará este año el centenario natal de Emilio Carballido

Para muchos, el dramaturgo representó una nueva forma de llevar la realidad nacional al teatro

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▲ Emilio Carballido en entrevista con La Jornada en 1996.Foto archivo
 
Periódico La Jornada
Martes 4 de febrero de 2025, p. 2

El 22 de mayo se cumplen 100 años del nacimiento de Emilio Carballido Fentanes (1925-2008), dramaturgo, escritor y guionista fundamental para el arte escénico mexicano, con una producción ininterrumpida de seis décadas. Aunque su obra tuvo en el teatro su eje central, también incursionó en la literatura infantil, el cine y la ópera. Fue, además, un maestro comprometido con la formación de nuevas generaciones y embajador del teatro mexicano a escala internacional.

Carballido nació en 1925 en Córdoba, Veracruz, y de niño se mudó a la Ciudad de México. Estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hasta que abandonó la carrera en el segundo año para incorporarse a la de Facultad de Filosofía y Letras, donde estudió una maestría en letras con especialidad en arte dramático. Formó parte de la Generación de los 50, grupo de alumnos de Rodolfo Usigli en la UNAM. Entre sus compañeros estuvieron Luisa Josefina Hernández, Jorge Ibargüengoitia, Sergio Magaña, Rosario Castellanos, Dolores Castro y Sergio Galindo.

Debutó a los 25 años en el Palacio de Bellas Artes con Rosalba y los llaveros (1950), dirigida por Salvador Novo. En un contexto donde la dramaturgia mexicana estaba dominada por el melodrama y piezas de salón de influencia española, su propuesta representó una nueva manera de entender el teatro y de ver la realidad mexicana.

Aquella presentación fue un hecho histórico, porque marcó un antes y un después en la dramaturgia mexicana, aseguró el investigador Luis Mario Moncada, coordinador Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

A lo largo de su carrera escribió más de 200 obras de teatro, casi todas montadas. Entre sus títulos destacados están Un pequeño día de ira (1961), ¡Silencio, pollos pelones, ya les van a echar su maíz! (1963), Te juro, Juana, que tengo ganas (1965), Yo también hablo de la rosa (1965), Acapulco los lunes (1969), Las cartas de Mozart (1974) y Rosa de dos aromas (1986).

Su producción también incluyó 50 guiones de cine y tres óperas: Zorros chinos, Sala de espera y Misa de 6, además de 15 cuentos infantiles publicados por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y teatro infantil editado por Porrúa.

En un periodo en el que intelectuales ocupaban cargos diplomáticos, como Carlos Fuentes, en Francia; Octavio Paz, en India; o Sergio Pitol, en Praga, Carballido rechazó estos ofrecimientos. No quiso porque decía que el trabajo de oficina y los cocteles le quitarían tiempo para escribir, relató su compañero de vida Héctor Herrera.

Carballido también impulsó la difusión del teatro en México. En 1975 fundó la revista Tramoya, publicada por la Universidad Veracruzana (UV). Se trata de la segunda publicación teatral más antigua de América Latina y la tercera en idioma español, superada sólo por Conjunto (Cuba) y Primer Acto (España).

“Le costó trabajo que publicaran su teatro; las editoriales le decían que editaban novelas y poesía, pero no teatro, por eso impulsó desde la UV la edición de Tramoya, y comenzó a dar espacio a autores no sólo de la capital del país, sino del interior de la República”, agregó Herrera.

Además de su prolífica labor de dramaturgo, Carballido dejó una profunda huella de maestro. Felio Eliel, actor de cabecera del cordobés durante más de cinco décadas, dijo que cada obra era un aprendizaje. Tuve la fortuna de que fuera mi maestro de análisis de texto, porque ahí se dan los elementos importantes para hacer una caracterización y para vivir un personaje. La forma en que Emilio explicaba cómo acometer un texto dramático fue clave en mi formación de actor.

Carballido hizo que el teatro mexicano trascendiera fronteras, no sólo por medio de sus obras, que fueron representadas y reconocidas en varios países, sino porque promovía a otros autores.

El dramaturgo veracruzano Francisco Beverido recordó que en una ocasión llamaron al creador Víctor Hugo Rascón Banda para que presentara una obra suya en Perú. Cuando preguntó cómo se enteraron de esa pieza, resultó que Emilio había estado allá.

En 1961 escribió Un pequeño día de ira, donde retrató la represión política en México, ya que sentía un compromiso con las causas sociales, lo cual también se reflejó en 1968, al simpatizar con el movimiento estudiantil.

En marzo de 2007, Carballido formalizó su unión con Herrera bajo la Ley de Sociedades de Convivencia en la Ciudad de México, el mismo día en que ésta se estrenó.

Era nuestro deseo expresar nuestro apoyo a la lucha de las parejas del mismo sexo en México, contó Herrera, quien también recuerda los obstáculos que enfrentaron cuando Carballido estuvo internado en un hospital.

“Yo no podía opinar, autorizar o tomar decisiones sobre los tratamientos de Emilio, hasta que un día sí me enojé mucho, y les dije: ‘¿Cómo es que no puedo autorizar, pero cuando vengo a pagar sí me reciben el dinero?’”

El autor de Rosa de dos aromas murió en 2008; dejó 10 libretas de contabilidad forradas en piel con la frase debe haber, donde escribió la mayoría de sus obras, además de 100 cuadernos con diarios y notas personales, que están bajo resguardo familiar. A pesar de los cambios en la dramaturgia actual, su legado sigue vivo en la escena teatral mexicana, donde su obra se sigue montando y estudiando, con lo que se reafirma su lugar como figura imprescindible del arte escénico nacional.