no de los ecosistemas más diversos y biológicamente complejos del mundo son los arrecifes de coral. Los estudios de los especialistas señalan que una cuarta parte de los organismos marinos (peces, crustáceos, moluscos, esponjas, etcétera) dependen de ellos como lugar de reproducción y alimentación. Y todo lo anterior pese a que menos del 1 por ciento de la superficie del océano está cubierta por corales. Además son indispensables para el ambiente marino y la franja costera pues la protegen de la erosión, reducen la velocidad y dirección de las corrientes y son una barrera natural frente a los huracanes, que tanto destrozo dejan especialmente en las áreas tropicales.
Hace un año los científicos más calificados sobre los arrecifes de coral dieron nuevamente la alarma porque registraban un acelerado blanqueamiento. Era la cuarta vez que se daba dicho fenómeno. El blanqueamiento aparece cuando los corales estresados
expulsan las algas que le sirven de fuente de alimento. Si el blanqueamiento es grave y duradero, el coral puede morir.
Los últimos dos años dicho blanqueamiento se observa en más de 50 países, según reporte de los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y de la Iniciativa Internacional de Arrecifes de Coral. Señalaron el origen de ese problema: el aumento de la temperatura de las aguas oceánicas debido al cambio climático provocado por el hombre.
El blanqueamiento afectó en 90 por ciento al mayor ecosistema de arrecifes de coral del planeta, ubicado en Australia. El tercero más grande, en Florida, lo tuvo muy notable el año pasado. Y como los océanos se calientan cada año más y más, los corales serán afectados gravemente. Incluso los que se encuentran en las profundidades del mar y que se suponía estarían a salvo. Pero ya se comprobó que sí lo padecen los ubicados a más de 90 metros bajo la superficie del océano Índico.
En 1997, se estableció en Tulum el Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM) con la firma de los acuerdos correspondientes por los presidentes de México, Guatemala y Honduras, y el primer ministro de Belice. Se trata de la barrera coralina más grande del hemisferio occidental y del océano Atlántico. Se extiende por la costa de México, Belice, Guatemala y Honduras. Desde 2007 se celebra el Día del SAM.
Varias organizaciones y centros de investigación del país se han dedicado los últimos años a evaluar la gran diversidad biológica que albergan los corales del SAM y los múltiples beneficios y servicios que proporcionan. Y alertado cómo disminuyen con el paso de los días.
En efecto, esta importante barrera coralina está amenazada por el desarrollo urbano-turístico y proyectos ubicados en la franja litoral; por toda una gama de desechos sólidos y plásticos; por aguas residuales de las poblaciones y de la agricultura. Y además, por el cambio climático.
En 2020, por ejemplo, un reporte de los especialistas mostró cómo su salud se había reducido por primera vez en 12 años. Y lo más alarmante: apenas 1 por ciento de los corales tenían muy buena salud
; 8 por ciento buena
, mientras 16 por ciento están en estado crítico y 46 por ciento con salud mala. A los factores de daño antes señalados se agrega la falta de control por instancias oficiales, la pesca ilegal y la sobrepesca de algunas especies. También, las aguas residuales de las ciudades y las actividades económicas que contaminan los ríos que desembocan en el mar; el crecimiento de macroalgas que asfixian los corales y el cambio climático, que aumenta el nivel del mar y la temperatura del agua.
En cuanto a otras formaciones coralinas mexicanas, los estudios de calificados especialistas muestran en el más reciente número de La Jornada Ecológica que igualmente están amenazadas por el calentamiento global y por el mal manejo de las pesquerías y el turismo; por los residuos de agroquímicos utilizados en la agricultura y por las aguas negras.
La supervivencia de las formaciones coralinas de México depende de la generación y uso del conocimiento científico destinado a cuidar dichos tesoros naturales. A ello es básico sumar las instancias oficiales, los grupos ecologistas y la población.
Sin protección, respeto y cuidado, los corales de nuestro país padecerán cada vez más daños irreversibles. Todavía es posible evitarlos.