Martes 3 de septiembre de 2024, p. 4
Más conocida por sus pinturas y esculturas que por su obra literaria, Leonora Carrington (1917-2011) redactó gran cantidad de textos en los cuales reflexionaba sobre el surrealismo. Ese contenido fue publicado en su mayoría en la revista S.nob, dirigida por el escritor Salvador Elizondo (1932-2006), con quien la artista británica mantuvo una estrecha amistad.
Estos contenidos y su influencia en la actualidad son el centro del conversatorio Derroteros surrealistas: El legado de Carrington y Elizondo en el siglo XXI, que se desarrolló ayer como parte del coloquio internacional 100 Años del Surrealismo, que realiza la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y que impartirá Marisol Luna Chávez, doctora en letras latinoamericanas.
En entrevista con La Jornada, la especialista habló de la importancia de aquella amistad, que quedó plasmada en las páginas, en lo que fue el lienzo de sus dibujos y textos en la sección Children’s Corners y cómo éstos han influido en las autoras contemporáneas.
“Las colaboraciones de Leonora eran asiduas en S.nob. Muchas de esas ideas coinciden con textos de los diarios personales de Salvador; él destacó muchas ideas de ella. Fue la única de los colaboradores que dibujó y escribió de manera asidua para el semanario”, aseguró la experta.
La revista se publicó por vez primera en 1962 y fue punto fundamental del diálogo entre artistas del movimiento surrealista con los de la generación del medio siglo y de la Ruptura, quienes buscaban una visión más global, en contraposición a la corriente muralista revolucionaria, que en ese tiempo era predominante.
“Era escandalosa para su tiempo, porque sus temas eran la sexualidad, el erotismo y las drogas como paraísos artificiales para concebir la realidad de otras formas y asimilarlas como un universo literario; además, retomaban temas afrancesados, como la poesía de Baudelaire y del libro Las lágrimas de Eros, de Georges Bataille.
“Un ejemplo es la novela emblemática de Elizondo: Farabeuf o crónica de un instante, un juego de fotografías, imágenes, laberintos, espejos, rituales y espiritualidad. Esto es algo que los une con el surrealismo; es una búsqueda, una travesía existencial”, explicó Luna Chávez.
Este diálogo fue clave para que en cuatro años, después de la revista, el grupo de la Ruptura publicara sus mejores obras. Marisol Luna refirió que si bien la obra de Carrington es complicada, su generación destacó en el arte, pese al fuerte machismo que imperaba. Los surrealistas estaban acostumbrados a ver a la mujer como objeto. En ese entonces, era una corriente de mucha violencia, porque conectaba el dolor con el placer
.
Incluso hoy día se puede notar la importancia de los textos de Ca-rrington en autoras de la actualidad, como con la novela El beso de la liebre, de Daniela Tarazona, editada por Alfaguara en 2012, y el cuento La sincronía del tacto
, de Gabriela Damián Miravete.
Ella tuvo una profunda lucidez y sensibilidad, que, sumada a sus terribles experiencias de vida, supo mostrarnos un nuevo discurso femenino. En comparación con la de los hombres de ese periodo, nos permitió ver dos puntos muy distintos del surrealismo, y con quien discutió fue con Elizondo
, concluyó Luna Chávez.