Lunes 17 de junio de 2024, p. 5
La escritora e investigadora Patricia Camacho Quintos dice que el pole dance es una danza para la libertad
y que son los contextos en los que se desarrolla los que expanden o acotan esta cualidad.
La autora presentó su libro digital De la academia al table dance: La danza del tubo y sus contextos (disponible en http://inbadigital.bellasartes.gob.mx:8080/ jspui/handle/11271/3012), en el Centro Cultural del Bosque, y explicó a La Jornada que esa danza “es muy compleja y completa. A diferencia del ballet, que cuenta con cierto número de posiciones, en el pole dance hay como 300 en el catálogo de evaluadores de los jueces; entonces es una danza al infinito.”
El propósito de la investigación de Camacho es el de revalorar la danza del tubo en su categoría estética y su carácter artístico, ya que suele ser considerada una danza marginal dentro de las artes.
“En la academia no ven bien el pole dance, ahora se habla un poco más, debido a la proliferación que tiene como actividad recreativa, que en el deporte hay competencias de alto rendimiento y, además, en el teatro Leticia Alvarado presentó la coreografía Humano, con un solo de danza de tubo que hizo Cassandra Solano, por lo que el género es más aceptado, pero no es bien visto.
Creo que todavía es marginal dentro de la danza académica y, paradójicamente, casi toda la gente que está en el avance del tubo salió de las escuelas del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Camacho plantea que la danza del tubo es como un deporte de apreciación, de manera similar al patinaje artístico, pero cuando es llevada a un centro nocturno, donde hay alcohol y comercio sexual de por medio, es vista como algo atractivo y repulsivo a la vez, por todas las connotaciones morales que implica.
La investigadora comentó que los artistas de la danza del tubo son atletas y existen varias vertientes en ese género; por ejemplo, está el pole dance artístico y el sport. “El artístico es muy creativo y el sport es muy riguroso, de limpieza de las líneas y se compite. Hay quienes lo hacen por puro placer, sin competencia.
“Me encantaría que se abrieran temporadas de pole dance en los recintos culturales dedicados a la danza, para que como público nos eduquemos en apreciar ese arte tan complejo y tan completo, y dejar de verlo con morbo, donde los bailarines tuvieran un escenario abierto para mostrar sus virtudes sin competir, sin que haya alcohol, drogas ni prostitución, que todo sea por el puro placer de mostrar su arte y nosotros de apreciarlo.”
Para este baile de tubo se requiere mucha flexibilidad y fuerza. No solamente las piernas y los brazos deben ser flexibles, sino incluso cadera, hombros y espalda, pues hay trucos o posturas que implican trabajo de contorsión.
El pole dance exige desarrollar fuerza en piernas, brazos y torso; incluso en las manos, y saber rotar las muñecas con precisión y velocidad para realizar las dinámicas que se plantea cada persona. Al igual que en los tobillos, con los que el intérprete se sostiene del tubo.
El libro de Camacho también incluye una serie de testimonios anónimos con los que formula un paisaje personal sobre el tema y describe cómo se desarrolló la danza del tubo en otros ámbitos.