no importa ser mujer u hombre
La gente debe mirarnos más como personas que por nuestro género
, afirma Tara Simoncic
Domingo 16 de junio de 2024, p. 4
La directora estadunidense Tara Simoncic tuvo una presentación triunfal en su debut en México al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) la noche del viernes en el Palacio de Bellas Artes. Al término del concierto, debió regresar hasta en tres ocasiones al escenario ante la insistencia del público, que la ovacionaba de forma entusiasta, lo mismo que a los músicos de la agrupación.
En condición de huésped, la música originaria de Stockton, California, dirigió un programa conformado por El príncipe Igor, de Alexander Borodin, la suite del ballet Billy the Kid, de Aaron Copland, y la Séptima Sinfonía de Antonín Dvorák, esta última la que mayor impacto y reconocimiento causó en la audiencia.
Tara Simoncic se agigantó en el podio. Demostró por qué es una de las directoras orquestales más solicitadas de su generación, con una actuación conocedora, sobria, seria, mas no carente de expresión ni emotividad, estableciendo una estrecha comunicación con los atrilistas y la audiencia desde el comienzo, que se tornó más íntima y disfrutable conforme avanzaron las obras y la velada.
El programa, titulado Diálogos con la danza, fue una propuesta que los responsables de la Sinfónica Nacional le hicieron a la directora, sabedores de su especialización en música de ballet, territorio en el que hizo historia en marzo de 2022, cuando se convirtió en la primera mujer en dirigir el American Ballet Theatre con una producción de Don Quijote.
Para este concierto, se acordó que la mitad del programa fuera dancístico y la otra sinfónico, comentó Tara Simoncic a La Jornada en el camerino del Palacio de Bellas Artes, minutos antes de esta primera actuación en México, la cual será repetida hoy en el mismo escenario, a las 12:15 horas.
Explicó que optó por dirigir música para ballet “porque es muy difícil todavía para las mujeres dedicarse a la dirección de orquesta; cuesta mucho encontrar trabajo, entonces hace varios años quedé enamorada del ballet y dije: ‘Si puedo ser buena en esto, es más probable que encuentre trabajo’, porque es una especialidad a la que pocos se dedican, y eso fue lo que sucedió; entonces, ahora dirijo mucho ballet, porque soy buena en eso”.
–¿Por qué se hizo directora de orquesta?
–Mis padres son músicos y cuando cumplí ocho años vi una película sobre un director y dije que eso era lo que yo quería ser. En mi cumpleaños, me regalaron una batuta y una partitura. Pasó el tiempo y olvidé esa idea, quería ser abogada, pero al final cambié de idea: quería hacer música y por eso estoy aquí.
–Como mujer, ¿qué tan difícil es estar al frente de una orquesta, cuando hasta hace no mucho eran espacios sólo para hombres?
–Ahora que he adquirido más experiencia en este oficio, no es algo en lo que esté pensando. Cuando era más joven, en efecto, me era más difícil, la gente quizá era más dura conmigo, pero la verdad es que hoy es algo que me tiene sin cuidado.
–¿Encuentra barreras de comunicación con los músicos por ser mujer?
–Para nada. Es una comunicación que se da de manera natural, de persona a persona. Yo sólo hago mi trabajo.
–¿Cómo concibe usted que debe ser un director de orquesta?
–Uno debe trabajar y estudiar muy duro. Si uno es un buen músico, sabe comunicar con su cuerpo, su expresión, sus gestos, y además siempre es sumamente respetuoso con sus compañeros músicos y fiel consigo mismo y con lo que ha-ce, considero que va por el camino correcto. Algunos podrán quererte y otros no.
–¿Qué opina de esa figura fuerte e incluso autoritaria de los directores?
–Eso ya no cabe ahora en el mundo. Todavía tuve algunos maestros que pensaban y actuaban así. Quedó claro que ese no es el camino. Con un poco de suerte, uno puede inspirar a los otros. Uno trata de inspirar a los músicos para que toquen, inspirarlos a ser musicales, mostrar personalidad y que toquen de la mejor forma que puedan. Eso es lo que quiero: inspirar, y hago todo lo posible para lograrlo de la mejor manera. Es como en todo trabajo: me toca ser la jefa en una situación; entonces, lo que busco es encauzar, alentar a los otros para que logremos juntos nuestro objetivo en común.
–¿Es tiempo de que haya más directoras en las orquestas?
–Por fortuna cada vez somos más mujeres directoras; hasta hace no mucho, era un mundo prácticamente sólo para hombres, pero lentamente ha ido cambiando. La gente debe mirarnos más como personas que por nuestro género; es decir, no importa si somos mujeres u hombres directores ¿Por qué hacer una división así? Somos iguales, haciendo el mismo trabajo. Todas las personas son únicas y transmiten autenticidades diferentes, esto trasciende la noción de lo femenino y lo masculino.