Opinión
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La refundación de Jalisco
E

l enorme desaseo que predominó en Jalisco a la hora de recoger y contar los votos de las elecciones pasadas sugieren la posibilidad de que haya que hacer otras próximamente. Lo cierto es que fueron el corolario de un gobierno sumamente pretencioso y desastrado que anunció al principio, sin que se hayan dado señales en toda forma de lo que ello significaba, que iba a refundar Jalisco.

Han pasado los años y ahora los maldicientes aseguran que la pretensión no era otra que la de refundir al estado… y que en ello faltó. A pesar de las grandes alharacas y la cauda de felicitaciones de todo tipo que han salido a la luz, el camino de Pablo Lemus a la gubernatura está empedrado por la notable suciedad electoral.

De ello nos tocó percibir una andanada de porquería y de ineficiencia que, pudiendo ser impoluto el sendero, por andar haciendo muchas cosas indebidas sugieren la posibilidad de que no llegue a buen fin o de que, al menos, el nuevo gobernador llegue muy magullado a Casa Jalisco.

Por lo menos habrá de mediar una decisión judicial, porque el desastre de los cómputos en muchas partes resultó abrumador. Pero, además, conviene denunciar que se desató después de los sufragios una serie de agresiones y amenazas a diversos ciudadanos prominentes ligados a Morena, cuya intención no podía ser otra que la de amedrentar.

Ese no es el estilo de Pablo, pero sí de los todavía ahora mandamases de Jalisco…

Para colmo, torpemente, con supuesto ánimo de respaldar a quien consideran su candidato, apareció en algunos periódicos muy tradicionales una desbandada grosera de felicitaciones muy ostentosas de empresas ligadas a la construcción que más bien dañan con su amistad a una figura pública.

Dan la sensación de que ya se están relamiendo los bigotes porque podrán continuar con la avalancha de enormes edificios construidos, con el contubernio de autoridades municipales y estatales donde quiera que hallen un hueco, despedazando la imagen urbana y, lo más grave, complicando sobremanera el abastecimiento de agua y demás servicios que nunca previeron el obsceno hacinamiento de colmenas que, también, sirven para disimular ingresos de sospechosa filiación.

A Pablo Lemus valdría la pena sugerirle que les dijera a tales voraces empresarios aquello de que no me defiendas, compadre pero, en todo caso, si de verdad pretende gobernar para un mejor Jalisco después el desgarriate que le dejará su antecesor, habrá que contener la avidez de tanto constructor que asegura beneficiar a Guadalajara echándola a perder en aras de su desmedida voracidad e irresponsable ignorancia de lo que los panistas de antaño llamaban el bien común.

Pero tal despliegue de publicidad, en vez de reforzar la candidatura de Lemus, más bien revela el pánico de que prosperen los argumentos que tienen sus opositores que, según dicen algunos, resultan suficientes para que los tribunales invaliden su elección.

En apariencia la gente de Lemus está muy segura, pero están conscientes de que la posibilidad de que se vaya todo por la borda también existe.

Sea cual sea el resultado, la intranquilidad sobrevive, máxime que, aparte de los triunfos de MC en una parte del área metropolitana, todos los demás espacios políticos, incluyendo el Congreso del estado, están copados por Morena y sus cuates.