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En el lugar viven casi 100 extranjeros

Casa Tochan, un alivio para migrantes; hace 13 años abrió sus puertas

El albergue fue creado tras la masacre de San Fernando

 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de junio de 2024, p. 13

Hace 13 años, el albergue para migrantes Casa Tochan abrió sus puertas avivado por la noticia de la masacre de 72 extranjeros en San Fernando, Tamaulipas. Era el único en la Ciudad de México y apenas acogía a un puñado de 20 centroamericanos. Hoy, a más de una década, esa cifra se ha cuatriplicado y las nacionalidades son más diversas, desde venezolanos hasta africanos.

En su aniversario, Gabriela Hernández, directora del albergue, advirtió que en este tiempo las violencias en la ruta migratoria se han recrudecido, por lo que este tipo de refugios les representa un alivio, ya que tienen un lugar para dormir, alimentarse y hasta pueden conseguir trabajo en pequeños negocios de la zona, en la parte alta de Tacubaya.

Antes, no se veía tanto dolor en su caminar, ni tantas dificultades para evitar la Migración, ahora se enfrentan a la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, que para muchos es menos peligroso que iniciar su travesía por México, ya que son víctimas de secuestro, extorsión y los despojan de sus pertenencias, expresó.

Además, Gabriela Hernández consideró que los derechos de esta población en el país han ido a menos. No tienen ninguna certeza jurídica a pesar de que se les presiona desde Estados Unidos a que se queden en México a esperar su cita de solicitud de asilo CBP One, y esto los lleva a vivir con miedo de ser detenidos y a no tener acceso a vivienda y trabajo formal.

Por eso, aseguró la activista, el trabajo de albergues como Casa Tochan les cambia la vida, al recibir servicios jurídicos, médicos, de atención sicológica y trabajo social. Este espacio, precisó, es sólo para hombres y se mantiene de donaciones de, entre otros, la Organización Internacional para las Migraciones.

Ayer, en medio de la celebración por los 13 años del albergue, amenizada con música, baile y una muestra gastronómica preparada por algunos de los 97 migrantes que acoge, Gabriela también reconoció el apoyo que le brindan los vecinos de la calle Pavorreal.

Nos dejan trabajar y por eso tenemos que demostrarles la generosidad que da tener a muchas personas de diferentes nacionalidades, dijo, al tiempo que consideró que esto es lo que ha faltando en los casos de vecinos inconformes por los campamentos irregulares.

Indicó que algunos de los extranjeros son empleados por habitantes y locatarios de la zona. Uno de ellos es Christian, colombiano, quien labora en un autolavado: Vi que necesitaban personal, me arrimé y me dieron trabajo sin importar que soy migrante, manifestó satisfecho.

Compartió que llegó hace un mes y que está a la espera de que avance su solicitud de refugio en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, cerrada desde hace tres semanas. Tengo números a los que me comunico, pero me dicen que debo esperar a finales de junio, mencionó.

Miguel, venezolano, vive desde hace dos semanas junto con su hermano en Casa Tochan. Ambos quieren llegar a Estados Unidos, por lo que esperan su cita CBP One.

Platicó que para arribar a la ciudad, desde Tapachula, Chiapas, caminó, viajó en combis, pagó extorsiones y hasta recorrió algunos kilómetros en bicicleta. Aquí nos han dado la mano, para nosotros estos espacios son algo más que un refugio, expresó.