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Los niños
L

a disputa por la educación es, en todo el mundo, una brega eterna. No es para menos: es la disputa por el futuro de todos. Pero en muchos países la contienda tiene lugar en el marco de un sistema educativo de buena calidad, coadyuvante necesario de una sociedad educada. No puede llegar lejos un país sin una sociedad con altos índices de escolaridad de alta calidad. El trabajo por hacer es inmenso.

Los altibajos de la educación mexicana han sido una constante, desde el nivel de la escuela primaria. Lo ilustra el seminario que tuvo lugar el pasado 8 de mayo en El Colegio de México, Hacia un nuevo pacto social: política educativa, como parte del Seminario Permanente de Desigualdad Socioeconómica.

Nuestro debate educativo tiene la fortuna de contar con algunos expertos tan imaginativos como Felipe Martínez Rizo (FMR). Me enteré de su intervención acerca de la educación primaria, en el seminario referido, gracias al acucioso investigador Manuel Gil Antón. Traslado las que a mi juicio son tesis centrales de FMR.

En brevísimo tiempo FMR hizo una presentación de la evolución histórica de la escuela primaria a partir del plan de 11 años de Torres Bodet. Mostró la evolución de los aspectos positivos de la enseñanza primaria entre 1960 y 2006, partiendo de los grandes rezagos de México en la materia. Fue muy crítico con lo sucedido entre 2006 y el presente. Destacó la labor de Torres Bodet y de Fernando Solana, después de lo cual se centró en los ocupantes de la Subsecretaría de Educación Básica, como actores sobresalientes de las mejoras educativas. Fue especialmente enfático en el papel eminente de Olac Fuentes Molinar, no sólo en los logros del subsistema educativo básico, sino, especialmente, en la formación de equipos profesionales para el estudio, las políticas públicas, la conducción del subsistema. Lamentó que esos equipos hayan sido desarticulados y despedidos, cediendo una y otra vez la rectoría de la educación básica al SNTE.

Lo más brillante de la intervención de FMR fue su propuesta para la educación inicial y la básica. Presentó una de las ideas más inteligentes que he oído y leído en mucho tiempo para esos niveles inciales. No hay duda de que ha pensado largamente en ese ese tramo vital de los críos cuando a los mayores nos toca abrirles las puertas del entendimiento, e invitarlos a que pasen, corran, salten, bailen, jueguen, deliren, por las avenidas de luz del pensamiento. Todo lo es la lengua. Sin ella no hay nada más posible. Y Felipe pone el énfasis necesario en los niños de menores recursos que, de inicio, llegan en desventaja respecto de las familias con padre y madre más ­escolarizados.

FMR alude a un estudio realizado en EU según el cual los niños más pobres, a los tres años de edad han oído 10 millones de palabras (ojo: nada que ver con el número de palabras de un idioma), mientras los niños de esa edad, de familias de altos ingresos, habrían oído 30 millones. El estudio, que ha recibido más de 8 mil citas, fue desechado en 2018 ( Let’s Stop Talking About The ‘30 Million Word Gap’, https://www.npr.org/sections/ed/2018/06/01/615188051/lets-stop-talking-about-the-30-million-word-gap). Estudios más actuales refieren cifras sensiblemente menores. Pero la tesis de fondo no se invalida: la enorme brecha entre unos y otros niños existe y resulta decisiva en su desempeño ­posterior.

Por esa razón propone dar un fuerte impulso a los apoyos para las familias con hijos de edad 0-2 años, centrado precisamente en la lengua. Hará falta hacerlo con todos los niños. Después, para la educación de 3-8 años –dada la menor presión demográfica del presente en México–, recuperar las escuelas de jornada completa y reducir el tamaño de los grupos, con el propósito de que, “a los ocho años, todos hayan hecho la transición de aprender a leer a leer para aprender”. ¡Sí!, esto es, nada más, pero nada menos; no es necesario más. El camino de la comprensión y del entendimiento se habrá abierto. Es lo que hay que asegurar a toda costa. Lengua y más lengua, conversar y leer entre los 3-8 años, y asegurar esa transición. Y matemáticas iniciales.

Para la eduación de 9-14 años propone revisar el currículo de secundaria asimilándolo al 4º-6º de primaria, para que haya profesores de tiempo completo en secundaria que puedan brindar mejor apoyo a los estudiantes. Esto es, tres años de primaria y tres años de secundaria para estudiar ciencias, las matemáticas necesarias, geografía, historia, y leer y leer. Una secundaria no organizada con profesores por asignatura, sino maestros de tiempo completo asignados a cada escuela secundaria. Con los aprendizajes señalados en los niveles propuestos.

La presentación de FMR es más rica en contenidos. Una enseñanza inicial y básica centrada en el objetivo de alcanzar la transición referida en los niños, es salirnos del túnel por el que han debido pasar incontables generaciones de los hijos de todos. La idea no puede ser más sencilla y más potente a la vez. Habría enormes tareas para hacerla realidad.