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Las lecturas heterodoxas de Laura Restrepo
H

ablar con Laura Restrepo sobre libros es emocionante. Para ella también puede ser pretexto para una provocación:

–¿Con quién te quedas, Javier: Dos-toievski o Tolstoi?

–Dostoievski.

–¿Por qué?

–Por oscuro.

–Yo prefiero a Tolstoi por luminoso.

No tiene pelos en la lengua. Me dice que Elena Poniatowska debió incluirse en el boom latinoamericano por Hasta no verte Jesús mío, pues tenía todos los atributos, pero un machismo soterrado seguramente lo impidió.

Tampoco tiene empacho para decirme que no se avergüenza por leer ciertos autores.

–¿Te avergüenzas por haber leído algún escritor?

–Tal vez debería avergonzarme, pero no me avergüenza decirte que ando tras la pista de Corín Tellado. Es divertidísima. Es una mujer trabajadora, separada de su marido, quien con su maquinita hizo una fortuna.

“Leída masivamente con esas historias de amor que contaba, que tenían besos, abrazos y sugerían temas de cama, cosas de las que no se hablaba en ese momento. Es una mujer a la que hay que rescatarle mucho. Sé que es anatema reivindicarla, pero vivo muy interesada en ella.

Hay otro fenómeno español muy bonito. El de las novelitas de guapos que eran contemporáneas de las de Corín Tellado. Las novelitas de guapos son novelas que se escribieron en la España de la guerra civil y las escribían los presos políticos republicanos para hacer sobrevivir a sus familias. Son formas de cultura que no serán reconocidas en la gran cultura pero que tienen gran valor.

–Literatura de la intimidad.

–Así como la literatura anglosajona tiene una habilidad enorme para indagar en lo íntimo, en lo privado, en la intimidad, los latinoamericanos somos malísimos para eso. Es como si lo tuviéramos prohibido, por aquello de que la ropa sucia se lava en casa. En América Latina hay una gran tradición de contadores de historias, es una tradición casi épica, pero, aparte de los poetas, en la narrativa no hay una exploración profunda de la intimidad, salvo en la telenovela.

“La telenovela es el sitio donde se ventilan los secretos de familia, de cama, las grandes tragedias cotidianas que a los grandes escritores les parecen muy chiquitas y las pasan por alto. Es un género que hay que estudiar. Hace poco me pasó que en un bar de Sevilla la gente que estaba allí empezó a mirarme y yo pensé: ‘Caray, al parecer soy famosa en Sevilla’, hasta que una persona se atrevió a acercarse y me dijo: ‘Es que tú hablas idéntica a Betty la fea”. A partir del covid las productoras de series se pusieron detrás de los libros. Yo creo que la ventaja para las series al acercarse a los libros es que tienen más trabajo de argumento que algunos guiones. Mi agente ha vendido casi todos mis libros.”

Lectora de poesía y ensayos más que de novelas, Laura Restrepo siempre tiene en su mesita de noche un libro de San Juan de la Cruz a quien le quita el San al referirlo.

–¿Algún otro libro de poesía?

–A mí me parece que, a pesar de que vamos a hablar de novela, es pura poesía lo que te referiré. Para mí, Rulfo no pertenece ni a la novela ni al ensayo ni a la poesía. Yo digo que Rulfo pertenece al rubro de los textos sagrados… textos que están por encima de la novela… no en términos de literatura, sino de quiénes somos, cómo hablamos, cómo vemos el mundo. Y allí entra Pedro Páramo, de Juan Rulfo; Cien años de soledad, de García Márquez; Los ríos profundos, de José María Arguedas, un libro que se lee mucho menos y que habría que rescatar, y El gran Sertón, de Guimaraes Rosa. Son Biblias.

Para Laura Restrepo, los libros nos permiten vivir otros mundos. “Esa es la mayor fascinación. Una buena novela, un buen ensayo, un buen poema te traslada a otro mundo. Es una ampliación de tu universo.

Tu decías que para conocer es necesario preguntar y una de las bases de mi oficio es andar preguntando a la gente para entender los motivos por cuales hace tal cosa. Siempre hay un motivo detrás de un motivo; un motivo aparente y otro escondido que sólo metiéndote en la cocina, el dormitorio, los hospitales o los campos de batalla logras escudriñar para saber por qué la gente hace algo, por qué la fidelidad a viejos dolores, por qué aman, por qué odian.