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De barones y mercados // Sin transa no hay ganancia // Xóchitl, una vez más

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▲ La “reacción del mercado no fue por la arrolladora victoria de Sheinbaum, sino por la mayoría calificada que Morena obtuvo en el Congreso.Foto Yazmín Ortega Cortés
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omo suelen proceder cada que reciben noticias contrarias a las esperadas, los barones autóctonos y los foráneos con grandes intereses en el país dieron un manotazo tras el arrollador triunfo electoral de Claudia Sheinbaum y, a la par, la desastrosa derrota de su fallido operador Claudio júnior, junto con su candidata gelatinosa, sus tres cochinitos y sus amanuenses en nómina, y como lo suyo es operar en la sombra disfrazaron su enojo de nerviosismo financiero y reacción del mercado, con lo que el lunes el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores retrocedió 6 por ciento y se incrementó el tipo de cambio peso-dólar.

A los barones, siempre mezquinos y soberbios, les salió carísima su más reciente aventura electorera (millones y millones de pesos tirados a la basura) y tardíamente registraron que compraron un pésimo equipo de operadores (el júnior, la gelatinosa, los tres cochinitos y sus comentócratas muy bien maiceados) que no hizo otra cosa que malgastar los recursos inyectados por sus patrones y enfilarse a una derrota no sólo garantizada, sino apabullante. A ellos deberían reclamarles.

Pero, dicen los barones que quieren marcar su peso político, fue el mercado que se puso nervioso y reaccionó a la aplastante victoria de Sheinbaum, cuando en los hechos son ellos mismos quienes conforman y regentean a ese sacrosanto cuan etéreo mercado el cual, aseguran, todo lo sabe y todo lo puede, un Dios que veneran por ser de su propiedad. Y a estas alturas, ¿de qué se quejan?, si en el sexenio de López Obrador se hincharon de ganancias, en una proporción mayor a la obtenida en gobiernos anteriores a los que abiertamente calificaron de amigos.

Ahí está el ejemplo de los banqueros: con López Obrador acumularon alrededor de un billón de pesos en utilidades neta. Qué decir de Carlos Slim, cuya fortuna creció más de 35 mil millones de dólares, o los 12 mil millones del tóxico Germán Larrea. Y como ellos, todos los sucios integrantes del Consejo Mexicano de Negocios, la élite de élites del empresariado nacional, y centro de las campañas negras en contra de Andrés Manuel, ahora y siempre.

Claro, los barones están muy enojados, porque el actual mandatario los obligó a pagar impuestos, a regularizar jugosos negocios chuecos, como el de la cadena de tiendas Oxxo (con El Diablo Fernández como cabeza visible), que pagaba mucho menos por consumo eléctrico que una vecindad, el de los hospitales y gasoductos nunca construidos, el de las cárceles a medio llenar, la erradicación de contratos leoninos y tantos otros. Desde el inicio, el mandatario les dijo participen en todo lo que quieran, pero siempre en el marco de la ley, y eso no les gustó, porque sin transa no hay ganancia.

Ante la reacción hepática del mercado, ayer, desde muy temprano, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O –que mantendrá esa posición con la presidenta Claudia Sheinbaum– salió a repartir Valium a los nerviosos barones: en el próximo sexenio, uno de los objetivos es asegurar la reducción del déficit fiscal de 2025 para hacer compatible con una trayectoria estable de la deuda y que pueda quedar en torno a 3 por ciento del producto interno bruto; mantener el endeudamiento total en niveles estables; respeto a la autonomía del Banco de México, al estado de derecho y a la inversión privada, nacional y foránea: los ejes de la política económica serán estabilidad macroeconómica, prudencia fiscal y metas fiscales realizables.

Ya por la tarde, los anuncios de Ramírez de la O fueron avalados por la propia Claudia Sheinbaum, en medio de declaraciones del mundillo financiero de que la “reacción del mercado –léase los barones– no es por su arrolladora victoria en los comicios del domingo, sino por la mayoría calificada que Morena obtuvo en el Congreso, dejando a los otros partidos en calidad de relleno no sanitario en San Lázaro y el Senado de la República.

Entonces, a llorar a su casa y a reclamar a sus operadores.

Las rebanadas del pastel

Dejaría de ser Xóchitl la payasita de las bofetadas: de reconocer su apabullante derrota en los comicios del pasado domingo, porque soy una demócrata y creo en las instituciones, a notificar que impugnaré los resultados electorales, porque nos enfrentamos a una competencia desigual contra todo el aparato del Estado (algo que, dicho sea de paso, repiten como pericos los comentócratas a sueldo); del “nos vemos en tres años… o en seis”, a su veloz retorno a su escaño en el Senado de la República para cobrar dieta tres meses más. Todo, en apenas 24 horas. Y lo que falta.

X: @cafevega