Opinión
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Peleados con la realidad
E

l bloque opositor tomó la decisión de evadir los resultados que las encuestas arrojaron sobre la intención de voto de los mexicanos durante la campaña presidencial de 2024. No ignoró algunas sino todas, con la excepción de la levantada –a encomienda suya– por Massive Caller, casa demoscópica criticada y señalada de poco fiable incluso por la misma Xóchitl Gálvez, quien durante una entrevista anterior a ser candidata aseguró que las de Massive Caller cualquiera la paga y sale arriba. Ya en campaña, Gálvez y su equipo defendieron a Massive Caller como los cruzados al Acre, basados en creencias imposibles de comprobar y sin éxito.

Precisamente en creencias construyeron los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y lo que queda del de la Revolución Democrática (PRD) su estrategia de campaña, la principal es que el pueblo es tonto cuando los tontos son ellos. Descalificaron a la misma mayoría que los sacó del poder en lugar de acercarse a ella y escucharla. Para ellos, el pueblo parece ser una extensión servil de su propia personalidad.

Sorprendidos, devastados, aniquilados y en negación quedaron con el triunfo de Morena el pasado 2 de junio, siguen sin comprender que al menos dos terceras partes de la población decidieron continuar con el proyecto de la Cuarta Transformación. No entendieron que la causa trasciende personas y partidos, no conciben que no es nada más Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sino una revolución cultural gestada desde el poder político a través de reformas en el actuar de –con resistencias– los tres poderes de la nación. Ni de chiste Claudia va a tener los mismos votos que AMLO, aseguraron sin detenerse a reflexionar sobre lo que efectivamente terminó sucediendo, Claudia Sheinbaum obtuvo más votos y mayor porcentaje que López Obrador en 2018 debido a que en 2024 se votó por la certeza del resultado y ya no sólo por la esperanza de la promesa.

Primero se pelearon con las encuestas y hoy se pelean con el triunfo indiscutible de Claudia Sheinbaum, Morena y partidos aliados en la elección, lo que no es de extrañar, pues el bloque opositor y las víctimas de su discurso manipulador construido desde el miedo y la exacerbación al repudio se han caracterizado por pelearse con la realidad. Se confrontan con la contundencia de más de 33 millones de votos en la elección presidencial; mayorías en el Congreso de la Unión. De nueve gubernaturas que estuvieron en juego el 2 de junio, siete las ganaron Morena y aliados, la Ciudad de México, entre ellas, donde la Cuarta Transformación recuperó casi todas las alcaldías y obtuvo mayoría, también, en el Legislativo. Pelearse con esos datos, con esos resultados, con esa certeza en la voluntad del pueblo no puede ser otra cosa más que pelearse con la realidad como resultado de una sicosis colectiva detonada por la ignorancia y la soberbia.

Intentar judicializar el proceso electoral 2024 en México es, además de un despropósito absurdo, otro insulto, uno más, al pueblo de México y a la autoridad electoral, al Instituto Nacional Electoral que en su momento el bloque opositor dijo defender cuando realmente lo que orquestó fue un eufemismo para intentar congregar a ciudadanos engañados con un rosa que ocultó los colores de PRI, PAN y PRD. Con la contundencia del resultado de las elecciones, el impugnarlo también ofende al millón y medio de mexicanos que participaron en la organización de la jornada electoral.

La intolerancia absoluta a la frustración tiene como síntoma, en esta elección, el amago por parte de los grandes perdedores de impugnar un resultado masivo en su contra. Se trata de un berrinche pueril de quien más allá de dirigirse al pueblo con palabrotas y pegar chicles en las sillas al creer que ello le identificaría –mostrando así aún más desconocimiento sobre él– no entiende que el que sea popular en su colonia ubicada en una zona exclusiva de la Ciudad de México no la hace querida en el resto del país.

Desprecian al pueblo, pero al mismo tiempo se niegan a reconocer que no vota por ellos. La crisis de identidad en el bloque opositor le ha llevado a la carencia de proyecto y con ello a la derrota en las urnas. Su ausencia de conocimiento sobre la población les orilla a reunirse con embajadores extranjeros para, como lo hizo la Comisión de Miramar, rogar su intervención en México. Con ello y el pantanoso pasado que sigue siendo su presente no causan más que rechazo, pero en lugar de reconocer la derrota y reflexionar sobre sus causas, buscan lo que siempre han trabajado: la transa. Por eso son oposición en riesgo de perder, también, su registro. Pero siguen peleados con la realidad y prefieren pendejear al pueblo antes de reconocer y aceptar su decisión soberana.