La Casa del Maíz: una experiencia familiar de agroecología en el Occidente
El movimiento agroecológico en Jalisco tiene varias décadas de haberse iniciado, de manera diferenciada y adecuada a los territorios del estado. Al inicio del milenio actual, es posible encontrar núcleos de irrupción agroecológica en el Área Metropolitana de Guadalajara, en la Ribera del Lago de Chapala, en el Sur de Jalisco y en la Sierra de Manantlán, por mencionar algunos.
La Casa del Maíz es una experiencia familiar de agroecología en la localidad de San Juan Evangelista, municipio de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, en la que la familia Cárdenas Rodríguez, desde el año 2007, a raíz de su formación y reflexión como familia campesina, deciden conformarse como una organización familiar de padres, hermanas y hermano, en la que producen sus insumos y ofrecen servicios de formación en agroecología y la cocina tradicional de San Juan Evangelista como medio de vida colectivo.
Esta experiencia familiar es relevante en el contexto de la soberanía alimentaria, de la agricultura familiar campesina y del rescate del patrimonio biocultural, particularmente gastronómico, porque esta familia campesina jalisciense, conforme fue reconociendo sus saberes y prácticas tradicionales bajo la noción de agroecología, hizo una revaloración de su herencia agrícola y alimentaria, de los platillos que preparaban las abuelas y tías a partir del maíz criollo, el tomatillo milpero, los quelites y la sazón tradicional del pipián de semilla de calabaza en los fogones de leña de mezquite.
En La Casa del Maíz se preparan diversos platillos tradicionales como el pozole, el pinole o los guisos de carne de puerco en salsa roja o verde y el huitlacoche a la mexicana en gorditas de maíz azul, que son elaboradas por los hombres y las mujeres Cárdenas Rodríguez, encabezados por su mamá, doña Ofelia, y usando la producción de las parcelas agroecológicas.
Pero no sólo se comparten sabores, también saberes. Ezequiel ofrece talleres prácticos sobre ecotecnias y preparación de insumos agroecológicos, así como recorridos a las parcelas para reconocer insectos, el manejo de enfermedades en plantas y la manera de integrar cultivos.
Esta experiencia agroecológica familiar fue sistematizada colaborativamente entre el ITESO y La Casa del Maíz, y como resultado de estos trabajos se ponen sobre la mesa diversas cuestiones y, como veremos más adelante, distintos retos, mismos que compartimos aquí brevemente. Por un lado, esta experiencia muestra que los proyectos agroecológicos suponen esfuerzos de larga duración y requieren de redes de soporte que puedan ir acompañando sus esfuerzos que suelen hacerse por ciclos o periodos íntimamente ligados a las circunstancias familiares y personales, así como acorde a las amenazas del entorno.
Habiendo diversos retos para este tipo de proyectos familiares de carácter alternativo, el mayor desafío se encuentra en que el modelo agroalimentario que se impulsa abiertamente desde las instituciones del sector agropecuario, se encuentra mayormente apropiado por los corporativos agroalimentarios que, desde la producción de venenos agrícolas e insumos agroquímicos hasta la distribución de alimentos -más bien procesados y empaquetados- en las cadenas comerciales, deciden lo que comemos los mexicanos, los precios de los alimentos y la conformación de las llamadas cadenas de suministro agroalimentario en beneficio de la rentabilidad empresarial y en detrimento de la calidad, de la cantidad, de la oportunidad y de la pertinencia de los alimentos en el Occidente de México.
Por si ello fuera poco, La Casa del Maíz tiene otros retos, ya añejos, y que son inherentes a una política de estado omisa en materia de derechos de primera, segunda y tercera generación, como lo son la falta de acceso a la tierra agrícola -su creciente e inalcanzable precio de compra para las familias campesinas sin tierra- y su cambio de uso de suelo para convertirse en zonas de fraccionamientos, habitacionales y/o industriales. Finalmente, en la zona del lago de Cajititlán existen campos experimentales de Monsanto que, en su llamado Centro Global de Tecnología, experimenta con semillas híbridas, y que constituye una amenaza para las variedades y razas de maíces nativos de los 5 pueblos tradicionales de Tlajomulco, entre ellos el de San Juan Evangelista, donde está La Casa del Maíz.
Concluimos estas notas reiterando que, a más de 100 años de su muerte, “Zapata vive, la lucha sigue”, por la tierra, por la agricultura campesina, por la alimentación para la vida. •