En el 2015 comenzamos un viaje con el proyecto “Maríiya. Escuela de saberes rurales”, que surgió desde la academia, en el Centro de Investigaciones en Territorio y Ruralidad del Centro Universitario del Sur, de la Universidad de Guadalajara, como parte del proyecto Practitorio: comunidad y buen vivir, desde donde trabajamos con algunas de las comunidades del sur de Jalisco en diálogo de saberes, sobre agroecología y alimentación.
La escuela de saberes comenzó como respuesta a la pregunta de ¿cómo establecemos diálogos que nos permitan conocer las estrategias que llevan a cabo otras y otros compañerxs en otros territorios? ¿cómo establecemos diálogos para conocer otras problemáticas y las soluciones que se les han dado o que podemos dar desde la experiencia y la academia? Veníamos de un trabajo intenso para conocer cómo se vivían otras formas de hacer agricultura en el territorio, así como otras formas de hacer economía alternativa.
En un primer momento, la Universidad de Guadalajara nos prestó un espacio, en Gómez Farías. Ahí coincidíamos cada 40 días. Nos encontrábamos durante viernes, sábado y domingo. Íbamos del valle de Zapotlán el Grande, de la Sierra del Tigre, del Llano Grande y establecíamos el diálogo sobre las necesidades que se presentaban en las parcelas, en los grupos de economías alternativas, en los procesos de aprendizaje que llevaban las y los estudiantes de la Universidad en compañía de productoras de la región. El espacio que nos prestaban sufrió un accidente y eso nos llevó a repensar la escuela de saberes a un espacio vivo, que se movía por cada territorio en función de los aprendizajes y diálogos que se originaban en él.
Así, en el 2019, la Escuela de saberes rurales comenzó a ir itinerante, de las comunidades de El Rodeo y San Nicolás, municipio de Gómez Farías, a Atequizayán, Municipio de Zapotlán el Grande, poco a poco se fueron tejiendo relaciones entre productoras, artesanas lo que llevó a la Escuela de Saberes Rurales a más lugares. Productoras, estudiantes, académicos y académicas nos movíamos a las comunidades, ahora cada quince días para establecer diálogos, tejer redes, seguir trabajando en los proyectos grupales e individuales alrededor de la agroecología y las economías alternativas. La dinámica que abrazamos desde el 2015 hasta la fecha es que todas y todos compartimos saberes sobre un tema, todos ahí presentes impartimos talleres, no hay un dador o dadora del saber y el saber no es acabado.
Estamos en contra de los saqueos epistemológicos, sobre todo es un tema que dejamos claro para quienes venimos de la Universidad, tanto estudiantes como académicas y académicos, dado que ha sido una práctica que lamentablemente se germina al interior de las universidades y que es urgente visibilizar y parar.
Actualmente, desde Octubre de 2021, las escuelas de saberes rurales se han llevado a cabo en la Sierra del Tigre, abrazando los proyectos de transición agroecológica que trabajan cuatro familias de la comunidad de El Rodeo. Desde ahí, hemos establecido diálogos para dar a conocer cómo por décadas estas familias han cuidado su maíz criollo, sus tierras, y han continuado con el sistema milpa en un territorio en el que cada vez más familias forman parte de la lista que recibe sus ”paquetes tecnológicos” y el dote de semillas híbridas.
Se ha retomado en la Escuela de Saberes Rurales el diálogo para niñas y niños, así como para jóvenes de la comunidad, así como alumnas y alumnos de la Universidad que desconocen el sistema milpa, los rituales que las abuelas y abuelos tienen para proteger las semillas, para cuidar la tierra. Para que reconozcan la relación que tienen las ancestras y ancestros con el bosque que cada vez sufre por la causa del cambio de uso de suelo; el respeto necesario por la vida que nos rodea: la de las abejas, aves, mariposas, plantas.
Desde la Escuela de Saberes Rurales estamos rescatando, a través de un repositorio de narración oral y a través de la Gaceta Agroecológica Teocintle, las voces de las comunidades sobre la siembra, semillas, rituales, así como las voces de las niñas y los niños; cómo viven el bosque, la milpa, los ríos, la tierra en que habitan: que ese mensaje nos llegue fuerte. •