las graves acusaciones que en lo general se han hecho contra Genaro García Luna (GGL) se añade ahora, con mayor especificación y desde una fiscalía estadunidense, la evidencia de los intentos del acusado para silenciar a periodistas a través del acoso y con sobornos.

Gran tema, pues durante el funesto reinado policial de GGL hubo una constante versión de que con dinero público y, sobre todo, con efectivo fuera de fiscalización, se pagó el silencio en temas delicados, a la vez que el aplauso bajo pedido de columnistas, conductores de programas de radio y televisión, y directivos y propietarios de ciertos medios de comunicación tradicionales.

García Luna y su pandilla de torturadores, extorsionadores y cuidadores del interés de determinado cártel nacional produjeron historias de horror desde el poder institucional delegado o coordinado por el jefe (Felipe Calderón Hinojosa), que lo mantuvo en el cargo durante todo el sexenio instaurador de la llamada guerra contra el narcotráfico, semilla putrefacta cuyos frutos siguen dañando al país.

García Luna y su mafia (de cuyo funcionamiento e impunidad en ese sexenio es responsable el citado Felipe Cartelón) implantaron en su relación con una buena parte de los medios las mismas prácticas que el concomitante crimen organizado: plata o hierro. Y así llenaron de dinero y privilegios a las voces públicas que convalidaron las acciones GGL-FCH y utilizaron la mano de hierro contra los críticos, mediante amago, persecución, encarcelamiento, tortura y desaparición.

De ello, en libros han escrito en abundancia Olga Wornat (Felipe, el oscuro), quien hubo de dejar el país bajo amenazas y acciones directas de la dupla perniciosa; Francisco Cruz (El señor de la muerte), y J. Jesús Lemus (El licenciado: García Luna, Calderón y el narco), quien fue encarcelado mil 100 días en Puente Grande, y luego liberado sin cargos, tras narrar la existencia de contactos en Michoacán de la hermana de Calderón, Luisa María, apodada Cocoa, con el narcotraficante Servando Martínez, apodado La Tuta.

Por otra parte, durante el calderolunismo se utilizó el falso periodismo para filtrar montajes como el realizado por Carlos Loret de Mola en Televisa en el caso de Florence Cassez e Israel Vallarta. Además, se hizo llegar dinero sobre la mesa y bajo ella a muchos medios de comunicación para generar una imagen positiva de esa etapa siniestra.

En 2011 se llegó al colmo del silenciamiento de medios. De manera explícita se aceptó adaptar colectivamente el tratamiento informativo de temas del crimen organizado a las necesidades de opacidad de García Luna y el calderonismo en general.

Televisa, en su página oficial, informó de la llamada Iniciativa México, en cuyo contexto se produjo un hecho sin precedentes en la historia de México, más de 50 medios de comunicación del país se reunieron para firmar un acuerdo que estableció criterios editoriales comunes para la cobertura informativa de la violencia que sufrimos los mexicanos. Es un acuerdo histórico, por el cual los medios de comunicación mexicanos, acompañados por representantes de la sociedad civil, el empresariado y la academia, rechazan la violencia, promueven la participación ciudadana y proponen acciones para preservar la libertad de expresión e informar con responsabilidad (https://bit.ly/3OblDKi).

Por lo pronto, la fiscalía estadunidense reportó ayer que aproximadamente entre 2008 y 2013, (García Luna) sujetó a un periodista a una campaña de varios años de acoso y amenazas como resultado de la investigación de él sobre el acusado. El gobierno también busca introducir evidencia de que, cerca de 2009 o 2010, el acusado usó dinero obtenido de un esquema corrupto para pagar sobornos a una organización de noticias para prevenir que periodistas de la organización publicaran historias negativas sobre él.

Y, mientras TortuGertz da un paso adelante y anuncia órdenes de aprehensión contra García Luna, por si en EU se acordara dar oxígeno al calderonismo, retrasando o descarrilando el proceso judicial en curso, ¡hasta el próximo lunes!

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