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California y su peculiar democracia
L

os electores del estado de California tienen una forma radical de corregir lo que a criterio de algunos son errores de sus gobernantes. Reúnen varios miles de firmas y llaman a un plebiscito para preguntar si se depone a alguno de sus funcionarios electos.

Desde 1913, en 179 ocasiones han reunido las firmas necesarias para llamar a las urnas con el fin de destituir a varios. En una sola ocasión se trató de un gobernador, Gray Davis, quien fue depuesto para dar entrada al inefable campeón de concursos de cultura física y protagonista de películas de acción, Arnold Schwarzenegger.

La historia pudiera repetirse el próximo 14 de septiembre, día en que la secretaría del estado de California organizó la consulta en la que se preguntó si el gobernador debe ser cesado, petición de un grupo minoritario que reunió aproximadamente un millón y medio de firmas con ese fin.

En 2018, Gavin Newsom, actual gobernador, ganó la elección con 7.7 millones de votos, casi el doble de su oponente republicano, no obstante que California es un estado en el que dos terceras partes del electorado favorecen al Partido Demócrata y no será fácil que en esta ocasión los republicanos logren su cometido.

En 2003, el gobernador demócrata Gray Davis fue depuesto como secuela de una crisis económica de la que él no fue responsable. Su antecesor, el republicano Pete Wilson, de ingrata memoria por ser el promotor de la propuesta 187, propició la desregulación de la industria eléctrica que, ahora se sabe tenía un beneficiario ad nominen: Enron y otras compañías energéticas texanas. A la postre, ocasionó un aumento desmedido en el costo de la energía, en algunos casos de 800 por ciento, lo que impactó directamente a los consumidores y la industria del estado, y consecuentemente ocasionó una profunda crisis económica. (www.apep.uci.edu/ y The Energy choices.com)

Ni tardo ni perezoso, con su habitual cinismo, el Partido Republicano responsabilizó a Davis de haberla ocasionada, y acto seguido llamó a un referendo para echarlo de la casa de gobierno. Años después, se comprobó que la responsabilidad de la crisis fue la voracidad de las compañías energéticas y la irresponsabilidad del gobernador Wilson al haber desregularizado el sector.

El llamado a deponer a Newsom, tiene una connotación diferente. La pandemia ocasionó un cierre masivo de empresas, comercios, hoteles y servicios en general. Siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias, estatales y federales, California fue de los primeros estados en ordenar el cierre de miles de establecimientos. La consecuencia fue el dislocamiento de la economía del estado. La crisis escaló y con ella las protestas de quienes veían en el cierre de establecimientos una medida draconiana por cuenta del gobierno demócrata de Newsom.

Esa fue la oportunidad para que grupos ultraconservadores de los condados del sur y el valle central del estado recopilaran firmas para llamar a un referendo, por lo que dijeron era un lamentable manejo de la pandemia por el gobierno.

Tomando en consideración el reducido número de firmas que por ley son necesarias para tal iniciativa, a los organizadores no les fue difícil recopilarlas, a pesar de que sólo un tercio de la población simpatiza con Partido Republicano.

Y en esas estamos. Auspiciada por una minoría –muy menor–, la próxima semana se decidirá la suerte de un gobernador que, a juicio de una gran mayoría, incluidos observadores políticos, académicos y organizaciones de trabajadores y de empresarios, ha realizado una excelente labor en beneficio del estado.

Situación que lleva a una pregunta que más de uno se ha hecho: ¿cómo es posible que exista una norma que permita a una minoría poner sistemáticamente en vilo a todo un estado a partir de ocurrencias que tienen poco que ver con la realidad social, política y económica del estado?

A veces tensar demasiado los endebles hilos que sostienen la democracia puede tener resultados funestos en su contra.