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Finalizan los juegos paralímpicos Tokio 2020

Es la apertura a un mundo más inclusivo, no una clausura: Parsons
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▲ El pebetero se apaga, pero queda encendida la llama para que la gente con discapacidades no tenga que hacer cosas excepcionales para ser tomada en cuenta, expresó el director del Comité Paralímpico.Foto Ap
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Periódico La Jornada
Lunes 6 de septiembre de 2021, p. 3

Terminaron los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 y no concluyeron sólo como un evento deportivo. Aquí hubo un énfasis al poderoso mensaje de inclusión que lleva consigo esta justa de verano. Con las ceremonias acostumbradas, impregnado del estilo del anfitrión, las coreografías que apelan a las tradiciones locales y su asimilación con las nuevas tecnologías, las hazañas atléticas y los homenajes a quienes las protagonizaron, pero sobre todo, lo que predominó fue una impronta de esperanza en un futuro más equitativo en el que quepan todos con sus diferencias.

No somos especiales

Un promocional del Comité Paralímpico Internacional lo recordó con su carga de humor, autocrítica social y una abierta invitación a derribar muros que impiden la integración sin prejuicios: escenas de personas alrededor del mundo, con una amplia gama de discapacidades en múltiples situaciones cotidianas y con un poderoso discurso de integración:

Empujamos carriolas. Somos carriolas. Nos llaman especiales. Pero no somos especiales. Somos como cualquiera. Pagamos hipotecas. Somos políticos. Nos metemos a las sábanas. Oramos. Tenemos primeras citas. Tenemos suerte en las primeras citas. No somos especiales. Somos como ustedes: ordinarios, normales. Dejemos la lástima. Derribemos muros. Somos el 5 por ciento de la población del mundo.

Ese porcentaje de personas con discapacidades, mil 200 millones, reclamaron a la luz de los Juegos de Tokio su presencia, una visibilidad normalizada, sin miradas de condescendencia y sin eufemismos discriminatorios bajo la nomenclatura de especiales. Fue un aquí estamos, diferentes, y por eso iguales, como todos.

Cacofonía armoniosa

La ceremonia de clausura tuvo como título Cacofonía Armoniosa, en la cual participaron actores tanto sin discapacidades como discapacitados. Los organizadores describieron el tema como un mundo inspirado por los Paralímpicos: uno donde las diferencias brillan.

El presidente del Comité Paralímpico Internacional (CPI), Andrew Parsons, recordó las palabras que escuchó hace unos días en voz de un atleta paralímpico:

La gente con discapacidades no tendría que hacer cosas excepcionales para ser tomada en cuenta.

En el desfile de las delegaciones, con los pocos atletas que quedaron, pues el protocolo de sanidad exigía que cada competidor regresara a su país apenas terminara su participación, los últimos en abandonar Tokio dieron colorido a la fiesta de la diferencia y la inclusión.

Primero fueron los paratletas del equipo de refugiados. Uno a uno con el orgullo de representar a una nación. A diferencia del desfile inaugural, esta vez sí había un deportista afgano, Hossain Rasouli, portando una bandera. Si a la ceremonia anterior no pudieron llegar los atletas afganos por la crisis que atraviesa su país, El velocista, quien perdió la mano izquierda por el estallido de una mina, mostraba emocionado el emblema de un país cuya tragedia no cesa.

Después vino la ceremonia de relevo. Tokio finaliza, empieza el ciclo breve de tres años, consecuencia del retraso provocado por la emergencia sanitaria, hacia París como sede en 2024. La capital francesa recibió la estafeta con ambiente de fiesta y la intervención digital de su máximo emblema, la Torre Eiffel, con una de sus célebres patas transformada en la prótesis aerodinámica como las que usan los paratletas de velocidad.

El presidente del CPI, Andrew Parsons, despidió los Juegos de Tokio y dio la bienvenida a los nuevos anfitriones.

Contra todos los pronósticos, lo hicimos, celebró Parsons; “estos Juegos fueron fantásticos, dieron esperanza. Hubo atletas que rompieron marcas, llegaron a los corazones y cambiaron vidas.

En estos Juegos celebramos la diferencia. No debemos ver esto como una ceremonia de clausura, sino apertura para un futuro más inclusivo. El 15 por ciento de la población no puede ser ignorado, mil 200 millones de personas no pueden ser olvidadas.

“En Japón existe una hermosa filosofía antigua llamada ‘Kintsugi’. Significa abrazar las imperfecciones que todos tenemos, no esconderlas, sino celebrarlas”, continuó el brasileño; durante nuestro festival deportivo celebramos la diferencia, lo mejor de la humanidad y la unidad en la diversidad. Nuestro viaje no puede terminar aquí.