aniversarios apócrifos. Desde hace tiempo me asombra la proclividad que hay en el ámbito del periodismo literario para publicar memoriosas y nostálgicas crónicas bajo cabezas casi idénticas: Tantos años sin Fulano de Tal
. Justo es decirlo, la tendencia aparece también, aunque con menos enjundia, en otros ámbitos del arte y la cultura; ahí destaca con sonido propio la infaltable loa a las efemérides musicales.
En los albores de este 2021, el ansia por hallar (o inventar) aniversarios musicales para celebrar es perfectamente comprensible. En 2020, la celebración del gran aniversario sonoro el 250 natal de Beethoven
se frustró cabalmente debido al confinamiento pandémico. Debió ser, en circunstancias normales, un festejo musical viral y lo único viral resultó ser nuestra vida en el encierro. Poco o nada se pudo hacer por Beethoven en los primeros tres meses del año pasado, y una mayoría casi absoluta de los grandes planes para los grandes festejos se fue a la basura. Así que este año el mundo musical ha producido ya la infaltable y tradicional lista de aniversarios por recordar, muchos de los cuales, a decir verdad, parecen incluidos con calzador. Soy de la creencia de que a un gran músico se le celebra, se le recuerda y se le escucha siempre, pero solemos caer con frecuencia en el muy humano impulso de las celebraciones de grandes y recordables números redondos. Ocurre, sin embargo, que la tradicional revisión de listas, calendarios y almanaques lleva a la conclusión de que 2021 es un año de vacas musicales flacas para estos asuntos celebratorios, de manera que nos hemos aferrado a lo que hay, y nos hemos sacado de la manga lo que no hay. Los centenarios realmente destacados son escasos: el 400 luctuoso de Michael Praetorius y de Jan Pieterszoon Sweelinck, el 500 luctuoso de Josquin Desprez, el 100 luctuoso de Saint-Saëns. Los operófilos recordarán a los cuatro tenores en sus respectivos centenarios: Mario Lanza, Franco Corelli y Giuseppe Di Stefano (natales) y Enrico Caruso (luctuoso). Los demás que se mencionan en las listas son, en todo caso, aproximaciones y reintegros diversos basados en una numerología poco redonda: 120 para Verdi, 140 para Bartók, 50 para Stravinski, 110 para Mahler, 280 para Vivaldi, 180 para Dvorák, 210 para Liszt, 230 para Mozart.
Si me preguntaran (¡nadie lo ha hecho, infames!) a quiénes quiero celebrar musicalmente este año, sin duda me quedaría con los tres antiguos, Praetorius, Sweelinck y, con especial énfasis, el gran Josquin Desprez (1450-1521), figura cimera de la composición en su tiempo, y uno de los más notables polifonistas de todos los tiempos, de cualquier tiempo. (Esta selección personal me lleva a reflexionar que, aun en condiciones normales, celebrar adecuadamente a estos tres caballeros en nuestro país sería punto menos que imposible, en el entendido de que el quehacer de la música antigua en nuestro ámbito cultural está en pañales y que no sólo no prospera, sino que tiende a retroceder, además de que hay otras prioridades). Y entre los demás, haría una necesaria concesión para recordar que Igor Stravinski (1882-1971) fue probablemente la presencia musical más dominante del siglo pasado. Como todo parece indicar que los conciertos vivos, presenciales, cálidos y compartidos no volverán pronto, la fiesta musical 2021 tendrá que reducirse a armar playlists personales y privadas, escucharlas unipersonalmente en privado y, en el mejor de los casos, compartirlas a través de algún medio electro-cibernético.
Ahora bien, lector, lectora, melómanos todos: si ustedes, además de mucho tiempo libre, tienen en 2021 una curiosidad musical que va más allá de los caminos ya hollados, pueden investigar, buscar y escuchar músicas varias de compositores ignotos, como Franz Doppler, Johann Philipp Kirnberger, Friedrich Kiel, Hans Huber o Wladislaw Zelensky, que este año cumplen algún aniversario, redondo, cuadrado o de cualquier otra forma geométrica. Pero el centenario que yo celebraría con especial énfasis, por encima de todos, es el de uno de los más notables músicos de nuestro tiempo; su fecha se cumple en marzo, así que esperaré hasta entonces para recordarlo como mandan los cánones.