Cultura
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Pánico paralizante
F

uera grillitas, consejos infamantes con que la muerte sigue llamando más muerte, sangre más sangre y una poca de democracia, que fuera torrente de fuerza natural que se deslizara cual ola de fondo, desdoblarse de un río o frescor de la llama de un fuego capaz de acabar con el siniestro instinto de muerte que acecha al mundo expresado en la repetición de la omnipotencia sobre los desheredados sin fin.

Enigmática fue la palabra de Dante, diáfana hechicería en mallas de embrujo, tejida rueca ancestral que en hebras de eternidad es hilatura, que no llega, y sí llega a la muerte. Palabra de muerte-vida, presencia y ausencia sin línea.

¿No será posible que cada uno busque su Beatriz? Destruyendo el mundo y dejándole círculos paradisiacos y desaparecer hasta donde sea posible la crueldad, la violencia, el terrorismo en todas sus formas, el cambio climático apanicante que nos arrincona (¿el Conavid?). Cual Dante, regresemos al estado paradisiaco y dejemos rutinas, ritos, mitos, tradiciones, convencionalismos. Así como Abraham dejó servidumbre y patrimonios antes de encaminarse al lugar que iba a sacrificar al hijo.

No en balde Noam Chomsky dice: El mundo vive el momento más peligroso de su historia (La Jornada, 20/9/20). El sabio estadunidense advirtió que el mundo vive actualmente un momento en el que tiene que lidiar con la amenaza de una guerra nuclear, la inminencia de una catástrofe medioambiental, el cambio climático y el creciente autoritarismo. En la nota de nuestro periódico, el activista de 91 años afirma que los peligros de hoy se dieron en el mundo en la década de 30 del siglo XX.

“Tengo edad suficiente para recordar muy vívidamente la amenaza de que el nazismo pudiera apoderarse de gran parte de Eurasia. Ésa no era una preocupación ociosa. Pero era lo suficientemente horrible. No fue como el fin de la vida humana organizada en la Tierra, que es lo que enfrentamos actualmente.

La única esperanza de hacer frente a las dos crisis existenciales que amenazan con la extinción es abordarlas a través de una democracia vibrante, con ciudadanos comprometidos e informados que participen en el desarrollo de programas para hacer frente a estas crisis.