Tras la polémica, Víctor Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), aseguró que habrá alternativas para sustituir al glifosato en la agricultura mexicana.

En conferencia de prensa en Palacio Nacional, manifestó el encargo que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para que en un periodo de cuatro años investigue y estudie, con el apoyo de científicos e investigadores, inclusive de las propias empresas que manufacturan estos productos, una alternativa que reúna las capacidades y las habilidades de este compuesto agroquímico para que sea sustituido.

Destacó también que existen prácticas agrícolas que no necesariamente dependen de la utilización de herbicidas y aseguró que de alguna forma nosotros también las estamos impulsando.

Aparte, Marcel Morales Ibarra, presidente del Consejo Mexicano de Agrobiotecnología (Comabio), destacó que prácticas como la reutilización de residuos de cosecha enriquecidos con bioinsumos e incursionar en procesos de desarrollo que plantea la economía circular son algunas de las alternativas para sustituir los fertilizantes químicos. Consideró que es importante abordar la urgente necesidad de cambiar el modelo de producción agrícola actual, basado en el uso de agroquímicos, ya que es un modelo insostenible, por una agricultura más eficiente, rentable y sustentable.

Detalló que en México cada año se generan alrededor de 45 millones de toneladas de esquilmos (subproductos que quedan de la cosecha) en los 10 principales cultivos, maíz, sorgo, trigo, frijol, arroz, cebada, soya, algodón, cártamo y ajonjolí.

De esos esquilmos, 20 por ciento se destina a alimento animal y el resto no tiene uso adecuado, pero sí suele convertirse en un problema cuando puede ser abono.

Diversos estudios han validado que en la producción de maíz por hectárea, 46 por ciento es grano y 54 por ciento rastrojo; en pajas de sorgo, trigo y cebada, el porcentaje de grano representa entre 47 y 53 por ciento de materia seca.

De los derivados de la caña de azúcar, sólo alrededor de 20 por ciento de las puntas de caña y 10 por ciento del bagazo se usan para alimento pecuario y el resto es una opción viable para aprovecharlos con la adición de bioinsumos que enriquecen la tierra.