Gozaba de nexos con altos funcionarios de la Ciudad de México
Jueves 13 de agosto de 2020, p. 7
En el mundillo sindical se dice que Hugo Bello Valenzo es originario de Iztapalapa, que fue albañil y plomero, y que su estrella comenzó a brillar en los ochenta, gracias a Roberto Mendoza León, dirigente de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos en el entonces Distrito Federal, quien lo adiestró en el arte de conseguir registros sindicales y contratos.
Su verdadero talento, sin embargo, fue formar grupos de golpeadores que ponía al servicio del mejor postor. En sus inicios trabajó para varios líderes, sin importar las siglas, pero con el correr del tiempo se independizó y comenzó a abultar su cartera de contratos colectivos de trabajo y registros sindicales.
Bello es un hombre parco, no dado a los discursos ni las declaraciones. La clave de su emporio sindical está en las actividades enlistadas por la Unidad de Inteligencia Financiera: homicidio, secuestro, extorsión y despojo. Y en un ingrediente más: sus relaciones políticas con altos funcionarios en la Ciudad de México y otras entidades.
Hacia finales de los noventa, la influencia de Bello se extendió a la Junta Federal de Conciliación, pues comenzó el acopio de registros de sindicatos nacional hasta llegar, en octubre de 2018, a obtener el registro de su Confederación Libertad de Trabajadores de México.
Durante los sexenios del PAN el líder acumuló sindicatos y perfeccionó sus métodos de extorsión a empresas.
Hacia 2012, sus aliados eran Abel Domínguez (CTC) y Salim Kalkach (CROC), dirigente de un sindicato metalúrgico que en 2015 fue expulsado de la central obrera internacional IndustriALL Global Union (IGU), por negarse a firmar un memorando de entendimiento contra los contratos de protección (La Jornada, 17/12/15).
En su biografía hay detalles chuscos, como que en 1997 fue candidato a la Asamblea Legislativa del DF por el Partido Demócrata Mexicano. Su interés en la política electoral no acabó ahí. En 2012 aparecía en el directorio de la agrupación política local Ciudadanía y Democracia, encabezada por Joel Ortega Cuevas –alguna vez camachista–, quien había coordinado la campaña de Miguel Ángel Mancera y se disponía a ocupar la dirección del Metro.
Quizá por relaciones de ese calibre fue que Bello continuó como si nada, pese a que en 2014 la JLCA y la Procuraduría capitalina firmaron un convenio para combatir los grupos de choque. Los membretes propiedad de Bello fueron los más señalados pero no le tocaron un pelo.
Dispersas aquí y allá en la red, las denuncias contra el Sindicato Libertad podrían llenar planas enteras. El nombre de ese gremio está casi siempre asociado a golpizas, balaceras, quemas de vehículos y otros actos violentos.
En 2019 su nombre apareció en indagaciones del asesinato del alcalde morenista de Valle de Chalco, Francisco Tenorio Contreras.
Como otros líderes fogueados en el sindicalismo priísta, Bello se declaró partidario de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Ofreció un millón de votos. La UIF registra retiros, de sus cuentas y las de sus prestanombres, por mil 844 millones de pesos.